La química de los incendios
El fuego es química. En concreto, una reacción de oxidación muy violenta y exotérmica.
Las reacciones de combustión son oxidaciones rápidas y violentas en las que se desprende una gran cantidad de calor y tienen dos ingredientes básicos: el combustible y el comburente. El primero es el material que se quema, lo que arde, lo que se oxida. En un coche sería la gasolina, y en los incendios forestales, la madera de los árboles y otros restos de materia orgánica.
Los combustibles suelen ser ricos en carbono e hidrógeno y sus enlaces químicos son muy fuertes y almacenan una gran cantidad de energía. Cuando se queman, estos enlaces se rompen, y la energía se libera en forma de calor, por lo que la reacción es exotérmica. Este proceso también genera radicales libres, unas sustancias muy reactivas que siguen rompiendo otros enlaces, amplificando la reacción, dando lugar a lo que conocemos como reacción en cadena. El comburente es el oxígeno. Por eso es tan complicado controlar y apagar un incendio. Un 21% del aire que nos rodea es oxígeno.
Otro factor a tener en cuenta es el calor, capaz de generar nuevos focos. La materia orgánica y el oxígeno están en contacto todo el tiempo y, evidentemente, no arden. Sin embargo, cuando esta se calienta, la reacción se vuelve más accesible y es más sencillo que se incendie.
Como agotar el oxígeno (comburente) o el combustible en un incendio forestal es prácticamente imposible, los esfuerzos para apagar el fuego se centran en disminuir en lo posible el calor e intentar reducir los radicales libres.