“El sistema inmune de los supervivientes de ébola, clave para estudiar los posibles tratamientos”
Fuente: Carolina Moya / Fundación Descubre

La bióloga Pilar Pérez Romero es co-investigadora responsable del Laboratorio de Investigaciones Virológicas del Instituto de Biomedicina de Sevilla (Servicio Andaluz de Salud-CSIC-Universidad de Sevilla)
La bióloga Pilar Pérez Romero co-investigadora responsable del Laboratorio de Investigaciones Virológicas del Instituto de Biomedicina de Sevilla (Servicio Andaluz de Salud-CSIC-Universidad de Sevilla) desgrana las características, mecanismos y evolución de la enfermedad, tras el primer caso de transmisión fuera de África
¿Qué características tiene el virus del ébola?
La estructura y funcionamiento del ébola es similar a la de otros virus, pero quizás lo más característico es su forma de filamento, que le permite alcanzar gran longitud. Como otros, es de replicación muy rápida, lo que impide al sistema inmune defenderse. Además, es muy contagioso y la mortalidad descrita en brotes anteriores ha variado entre el 25% y el 90%.
¿Se trata de un virus nuevo?
No, procede de animales y los primeros casos en humanos se describen en los años 70, pero hasta ahora no había tanta incidencia porque nuestra exposición ha sido escasa. Esto hace que nuestro organismo no tenga memoria de cómo defendernos ante él y cuente con pocas defensas.
¿Cómo se transmite?
La transmisión se produce por contacto directo (a través de la piel o las membranas mucosas) con fluidos corporales infectados como la sangre, u otras secreciones como el sudor de personas infectadas, y con superficies y materiales (por ejemplo, ropa de cama, prendas de vestir) contaminados. El virus se puede transmitir de los enfermos incluso tras su muerte, ya que en África muchos de los contagios están relacionados con los ritos funerarios que implican contacto con el difunto.
¿Qué factores deben darse para que aparezca un brote de ébola?
El brote actual de África es el mayor desde que el virus fue descubierto. Para que se inicie debe haber un caso índice, es decir, la primera persona infectada (que en el caso de África no se conoce), y que se propague luego a otras personas a través del contacto directo y éstos se infecten.
¿Cómo se manifiesta la enfermedad?
Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y las secreciones. Los primeros 21 días son críticos porque comprenden el periodo de incubación, aunque en el caso de la enfermera contagiada han pasado 6 ó 7 días, es decir, ha sido muy rápido. Los primeros síntomas son fiebre, fatiga, dolor muscular, de cabeza y garganta, es decir, como muchas enfermedades comunes, de ahí la dificultad de diagnosticarla en sus primeras fases. Luego aparecen vómitos, diarrea, erupciones cutáneas. No se hace más evidente hasta que hay hemorragias y disfunción orgánica principalmente renal y hepática, cuando la enfermedad está en estadios avanzados.
¿De qué depende la supervivencia de un paciente?
Sin duda, de su sistema inmune. También ocurre con otros virus como el VIH, es una cuestión sin resolver por qué algunas personas se curan y otras no. Ahí está la pista para el futuro. Los pacientes que han sobrevivido han desarrollado anticuerpos y células de memoria contra la enfermedad y son claves para estudiar los posibles tratamientos frente a la enfermedad.
¿Hacia dónde van los futuros tratamientos contra la enfermedad?
Se basan en anticuerpos desarrollados de forma artificial que se han probado con éxito en monos. Se trata de diseñar moléculas que reconocen al virus, lo bloquean evitando la posibilidad de infectar a más células y el sistema inmune lo elimina. Eso es lo que se está intentando reproducir en los laboratorios de investigación: anticuerpos que bloquean distintas partes del virus. Sin embargo, los resultados en humanos no son concluyentes por el momento, ya que se han usado en muy pocos casos como uso compasivo y no se puede concluir si los pacientes se han curado como consecuencia del tratamiento utilizado.
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