Fármacos derivados de plantas para combatir enfermedades inflamatorias
Fuente: Fundación Descubre
La empresa biotecnológica cordobesa VivaCell Biotechnology España trabaja en el desarrollo de fármacos y extractos derivados de plantas destinados a patologías donde intervienen procesos inflamatorios crónicos. Es el caso de la esclerosis múltiple, la dermatitis atópica o la enfermedad de Hungtington para las que han desarrollado moléculas capaces de inhibir la inflamación en fase preclínica, es decir, en el laboratorio, ya que cuenta con modelos celulares y moleculares para realizar esta fase anterior a la comercialización.
En el caso de la esclerosis múltiple, Vivacell ha demostrado la eficacia de una de sus moléculas, patentada en Europa, Estados Unidos y Japón y denominada VCE-003, en modelos preclínicos de esta enfermedad. El estudio, publicado en la revista Journal of Neuroinmmune Pharmacology, expone cómo esta molécula reduce los parámetros asociados a la patología de forma que revierte los síntomas al completo en ratones. Se trata de una investigación liderada por la firma cordobesa en la que participan el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba, con el Instituto Cajal de Madrid (CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid y ha sido financiado por el programa INNPACTO. “Este proyecto ha permitido que comencemos el primer programa de Desarrollo de Medicamentos en Fase Preclínica, ya que hasta la fecha el ámbito de actuación de VivaCell había estado centrado exclusivamente en la fase de Descubrimiento de medicamentos”, comenta la investigadora y directora de la firma, Mari Luz Bellido.
La empresa cordobesa explora también la efectividad de sus moléculas en otras enfermedades neurodegenerativas. En este caso, están analizando los efectos de la biomolécula VCE-006, en el marco del consorcio SNC_Integra, dirigido a la investigación y desarrollo farmacéutico de nuevos medicamentos para el tratamiento de dolencias del sistema nervioso central. En el proyecto, liderado por laboratorios ROVI, participan otras firmas biotecnológicas como Bionaturis, CANVAX, GMV, Vivia Biotech y Vivia Allosteric, así como varios centros públicos de investigación como la Universidad de Córdoba y el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC). “En este proyecto VivaCell ha generado una colección de nuevas biomoléculas, partiendo de su librería de productos naturales y testadas sobre diferentes dianas farmacológicas de interés en neurodegeneración y neuroinflamación.
El objetivo del proyecto para VivaCell es avanzar en el desarrollo preclínico de estos fármacos para enfermedades neurodegenerativas como Alzehimer y Huntington, una patología esta última que no cuenta con cura en la actualidad”, avanza la investigadora.
De la planta, al fármaco
El desarrollo de productos farmacéuticos tiene varias etapas desde que se comprueban los efectos beneficiosos de una determinada molécula hasta que llega a los pacientes. “Todo empieza con un escrutinio de las librerías de extractos susceptibles de contar con propiedades adecuadas, seguida de una etapa de modificaciones estructurales dirigidas que nos permiten obtener nuevas entidades químicas. Luego se pasa a la fase preclinica regulatoria in vitro, donde utilizamos modelos celulares y moleculares para la experimentación en laboratorio, así como modelos animales. La tercera fase es la clínica en humanos, que no desarrollamos en Vivacell”, resume Bellido.
El camino del desarrollo de un fármaco va unido a la propia evolución de la firma cordobesa. Fundada en 2003 como una spin-off de la Universidad de Córdoba surge como fruto de dos proyectos europeos en el marco de los que se construyó una quimioteca, es decir, una librería que recopila más de 2000 extractos de plantas. Sin embargo, el valor de Vivacell fue superar esa primera fase de escrutinio de librerías y seleccionar las moléculas concretas que puedan convertirse en fármacos. Ahora están en la segunda fase, el desarrollo de sus nuevas moléculas que inhiben las rutas inflamatorias. “A finales de 2014 podremos licenciar nuestra patente, es decir, ofrecer el ‘libro de instrucciones’ de la biomolécula para que una farmacéutica acometa la fase de experimentación en humanos, dado su alto coste”, apostilla.
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