LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA, PRINCIPAL PROBLEMA DE CONSERVACIÓN DE LOS TEMPLOS DE SEVILLA
Fuente: Universidad Pablo Olavide / Andalucía Investiga
En total, el estudio, en el que participan profesores de la Universidad Pablo de Olavide y de la Universidad de Sevilla, analiza treinta y nueve fachadas, que corresponden a veintiséis templos ubicados en su mayoría en el casco histórico, como Santa Catalina, San Julián, Santa Marina, a excepción de San Jacinto, La O y Santa Ana, situados en Triana.
En líneas generales, se trata de edificios construidos con ladrillo y rocas de naturaleza calcárea entre los siglos XII al XVIII, y localizados actualmente en calles con diferentes niveles de tráfico rodado. En este sentido, en cada una de las fachadas, el grupo ha realizado una inspección visual y un análisis de patologías presentes, clasificándolas además en función de su ubicación y exposición a niveles de contaminación de emisiones por vehículos.
En total, en una primera fase del estudio se han apreciado veinticinco tipos de patologías, siendo las más habituales las incrustaciones y los depósitos superficiales, especialmente de color oscuro. Las causas en ambos indicadores están en la acción del hombre: el primero está causado por las construcciones y reparaciones, no siempre acertadas, que se han sucedido desde el primer tercio del siglo XX, mientras que el segundo se debe al incremento de la contaminación atmosférica en la ciudad, causada por el transporte, señalan los expertos en su estudio.
Según los datos, presentados recientemente en el IX Congreso Internacional de Rehabilitación del Patrimonio Histórico y Edificación (CICOP), las alteraciones por costras negras suponen el 58% de las patologías en las fachadas situadas en zonas de tráfico rodado alto, mientras que este indicador desciende al 35% y al 18% en las portadas situadas en calles con niveles de tránsito de vehículos medio y bajo, respectivamente.
No obstante, las patologías encontradas no sólo dependen del proceso de contaminación, también hay otros factores que influyen, por ejemplo la alveolización (pérdidas de material en forma de panal de abeja) está asociada al tipo de material utilizado, afirma la investigadora a Andalucía Investiga. En este sentido, además de los indicadores ya citados, en esta fase del proyecto han comprobado la existencia de procesos de erosión, pérdida de material, formación de pátinas biológicas o, de manera minoritaria, pulverización, arenización, decoloración, etc.
Actualmente, el grupo de Tecnología y Medio Ambiente busca financiación para realizar la segunda fase del proyecto, donde se plantea el uso de muestreadores pasivos que capturan el óxido de nitrógeno, óxido de azufre y dióxido de carbono de la atmósfera en campañas de entre 12 y 24 meses, para poder analizar el impacto de los niveles de estos contaminantes en los edificios. Para alcanzar este objetivo, los investigadores harán uso de muestreadores ya fabricados, aunque se plantean diseñar su propio muestreador que se ajuste a esta tipología de estudios.
Por otro lado, la segunda parte del proyecto busca ampliar también los análisis realizados con los depósitos y costras negras. Para ello, los investigadores aplicarán técnicas como la cromatografía de gases masas, o nuevos métodos de análisis láser que pretenden poner a punto, junto con varios expertos, en Roma.
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