La desigualdad laboral por género sigue sin reducirse por la alta incidencia de la temporalidad
Los profesores de la Universidad Pablo de Olavide José Ignacio García Pérez y Antonio Villar publican en la serie de documentos de trabajo del Área de Análisis Económico de la UPO un estudio sobre nuevos indicadores para medir la situación del mercado laboral en España entre 2013 y 2017.
Fuente: Universidad Pablo de Olavide
Los profesores de la Universidad Pablo de Olavide José Ignacio García Pérez y Antonio Villar han realizado un estudio sobre nuevos indicadores para medir la situación del mercado laboral en España. Para estos investigadores, los cambios que ha experimentado el mercado de trabajo, motivado entre otras razones por la crisis económica, la globalización o las transformaciones tecnológicas, demandan nuevos indicadores que puedan describir con más precisión la situación laboral actual y, por ende, tener una visión más completa del mismo y de la economía en su conjunto.
“El uso de los contratos de muy corta duración tiene hoy en día mayor peso que en el período antes de la crisis, pero no eran totalmente captados por indicadores tradicionales. Resulta, por tanto, relevante ir más allá de los valores medios de la tasa de ocupación (incidencia del empleo) y tener en cuenta también el número medio de meses por año trabajados (intensidad), así como la distribución de estas duraciones (desigualdad) en los diversos tipos de trabajadores”, explica José Ignacio García Pérez.
En el estudio, publicado en la serie de documentos de trabajo del Área de Análisis Económico de la UPO, se ha comparado la situación de la ocupación en España en 2013 y 2017 para 40 tipos de trabajadores, según género (dos categorías), nivel de estudios (4 niveles) y edad (5 grupos). Para ello, la investigación toma prestadas algunas ideas de la economía del bienestar y elabora un indicador que engloba tres aspectos: la tasa de ocupación, que mide la incidencia; la duración media del empleo entre los ocupados, que mide la intensidad; y un factor de penalización, que toma en cuenta la desigualdad, medida por el índice de Gini.
Los datos del estudio provienen de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) y corresponden a registros administrativos proporcionados por la Administración de Seguridad Social española.
Entre los principales resultados del estudio los investigadores destacan el hecho de que el empleo haya crecido más que los meses trabajados y sustancialmente más para los hombres que para las mujeres entre 2013 y 2017. La desigualdad se ha reducido (también más para ellos que para ellas) y en conjunto se produce una mejora del bienestar social asociado a la ocupación de en torno al 7% para los hombres y que no llega al 3% para las mujeres. “La diferencia entre hombres y mujeres se debe a que éstas sufrieron mucho menos la incidencia de la crisis. Sin embargo, en la recuperación los hombres se han visto mucho más beneficiados que las mujeres, por lo que han ganado más en bienestar que ellas”, subraya José Ignacio García Pérez.
La edad es el determinante fundamental de la situación laboral y los mayores niveles educativos están asociados a mejores valores medios del indicador del bienestar. “Los jóvenes con estudios universitarios han visto mejorado su nivel de bienestar en la recuperación por dos causas: primero, porque el tamaño de este grupo poblacional es cada vez menos numeroso por razones demográficas y, por tanto, compiten menos por puestos de trabajo a ese nivel de cualificación y, en segundo lugar, porque siguen accediendo también a puestos de trabajo de nivel medio o medio-bajo, con lo que su mercado es más amplio y sus posibilidades de empleo mayores” explica el investigador. “Al comparar la situación en los años 2013 y 2017, encontramos que la recuperación ha favorecido claramente a los hombres frente a las mujeres y ha penalizado especialmente a los jóvenes, excepto a aquellos con educación superior y a las mujeres con menores niveles educativos”, subraya.
Andalucía, entre las regiones con mayores diferencias negativas entre empleo y bienestar
Tras el análisis por comunidades autónomas, el estudio concluye que, a excepción de La Rioja y Cantabria, las regiones por debajo de la media nacional en términos de empleo están todavía más abajo en niveles de bienestar. Andalucía, Castilla La Mancha, Valencia y Murcia son las regiones que presentan mayores diferencias negativas entre empleo y bienestar, mientras que Cataluña, Madrid, Navarra y el País Vasco son las que presentan las mayores diferencias positivas.
José Ignacio García Pérez señala que en Andalucía el nivel de bienestar de la población activa sigue sin mejorar porque el número medio de meses que se trabaja al año es bajo debido a la alta incidencia de la precariedad laboral y apunta que “cualquier reforma de la legislación que fomente la contratación indefinida será especialmente beneficiosa para esta tierra”.
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