Agrónomos de la Universidad de Córdoba diseñan un sistema para ajustar la dosis de plaguicidas en el olivar
Fuente: Universidad de Córdoba
‘Nunca es mal año por mucho trigo’, dice el refranero agrícola y explica el Instituto Cervantes que en el campo siempre se ha entendido que “la abundancia de cosas útiles no causa perjuicio”. Esa premisa ha presidido las labores agrícolas durante siglos. Así si había que abonar o tratar cualquier enfermedad, mejor pecar por exceso que por defecto. Para combatir insectos, roedores, gusanos, hongos o malas hierbas no convenía ser cicateros. Y así, con el argumento de la efectividad, se estigmatizó como tacaños a quienes trataron de poner algo de sentido al uso de plaguicidas. Un pecado, el del exceso, que ha llevado a la agricultura a pagar una penitencia en forma de contaminación ambiental, que las administraciones tratan de frenar con una dura normativa que regule el uso de este tipo de productos en la agricultura.
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