Isabel Prieto Gómez: “Comemos mal y con prisas, sin pensar en qué es lo que nos llevamos a la boca”
Fuente: Universidad de Jaén
Isabel Prieto Gómez, profesora del Área de Fisiología del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén, ha participado en el programa Escuela de la Ciencia UJA impartiendo talleres sobre buenas prácticas alimenticias a escolares de Primaria. Considera que se ha dado la vuelta a la pirámide alimenticia y que hay que volver a reconstruirla si queremos que sea sostenible.
– Pregunta: El pasado 15 de mayo se celebró el Food Revolution Day, una iniciativa que promueve una alimentación más sana. ¿Cómo comemos?
– Respuesta: Hay una frase que a mí me encanta “comemos como vivimos”, así que al igual que en otros muchos ámbitos de la vida, el estrés nos gana la partida. Comemos mal y con prisas, sin pensar en qué es lo que nos llevamos a la boca. Hay trabajos muy interesantes sobre cómo distintos tipos de estrés afectan a lo que comemos y a cómo utilizamos la energía. El Food Revolution Day es un buen ejemplo de toda una serie de tendencias que intentan que volvamos a unos hábitos de alimentación tradicionales, más respetuosos con nuestra salud y con nuestro entorno.
– Pregunta: Los hábitos alimenticios se han ido modificando a lo largo de estos años. ¿A qué ha sido debido?
– Respuesta: Si le preguntas a la gente, probablemente la mayoría te dirá que no tiene tiempo para comprar, para cocinar, que los horarios son una locura. Esto sin duda es parte del problema, pero hay también otras causas que no se suelen tener tan en cuenta, como el aumento del poder adquisitivo, la aparición constante de nuevos tipos de alimentos cada vez más procesados, la presión de la industria y de la publicidad… Para aquellos que estén interesados en estos temas hay un documento muy interesante, publicado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y titulado “Libro blanco de la nutrición en España”, donde se realiza una revisión muy exhaustiva de las tendencias en la alimentación en nuestro país durante los últimos años.
– Pregunta: ¿Qué tipo de investigación desarrolla tu grupo de investigación al respecto?
– Respuesta: Nuestro grupo de investigación, “Neuroendocrinología y Nutrición”, está formado esencialmente por fisiólogos, así que abordamos los estudios sobre nutrición desde esta perspectiva. Por ejemplo, hemos trabajado mucho sobre los efectos de las dietas altas en grasa sobre la hipertensión arterial, pero también tocamos otras patologías como la diabetes, el síndrome metabólico o el daño renal. Actualmente estamos colaborando en un equipo multidisciplinar con otro grupo de investigación de nuestro mismo Departamento (Microbiología de los Alimentos y del Medioambiente) en un campo de trabajo muy novedoso: estudiar como la dieta puede afectar a la microbiota intestinal y cómo estos cambios están estrechamente relacionados con alteraciones fisiológicas subyacentes a patologías de gran prevalencia.
– Pregunta: ¿Qué papel juega la Dieta Mediterránea, en especial el aceite de oliva, en el desarrollo de una alimentación sana?
– Respuesta: La Dieta Mediterránea es hoy por hoy uno de los principales patrones de alimentación saludable en el mundo, es un ejemplo a seguir y nuestro modelo. Lo que la mayoría de las personas no tienen tan claro es que la Dieta Mediterránea se refiere a los patrones de alimentación de los países de la cuenca norte del Mediterráneo en la década de los sesenta del pasado siglo. Desde entonces las cosas han cambiado bastante, por eso hablaba al principio de la necesidad de volver a las pautas de alimentación tradicionales. Básicamente, lo que hemos hecho es darle la vuelta a la famosa pirámide: los alimentos que antes se consumían de forma ocasional constituyen hoy la base de nuestra dieta. Y hay que volver a “reconstruir” esa pirámide si queremos que sea sostenible.
– Pregunta: La concienciación es fundamental para propiciar una alimentación sana y los talleres que habéis realizado dentro del programa Escuela de la Ciencia UJA han ido encaminados a ello. ¿En qué han consistido?
– Respuesta: Cuando nos hicieron la propuesta desde la Unidad de Cultura Científica nos pareció una magnífica idea. Se trata de fomentar el espíritu investigador e innovador en los más pequeños. Y la comida es perfecta a la hora de despertar la curiosidad y la creatividad. Se trata de algo más que fomentar la alimentación sana, se trata de mirar los alimentos de otra forma. Siempre se habla de lo que es malo y de lo que hay que evitar, pocas veces de los divertido que puede ser comer y probar cosas nuevas. Para los más pequeños (infantil) hemos trabajado sobre los sentidos, intentando que se animen a probar nuevos sabores, que coman cosas de todos los colores, que experimenten las distintas texturas. Todo muy divertido. En el taller de primaria hemos incidido más en aspectos más científicos, que se acercaran a la comida como si fueran investigadores.
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