La costa andaluza ha sufrido un gran tsunami cada mil años
Fuente: SINC
Hace unos años, durante un trabajo de campo en España, el investigador de la Universidad Aachen RWTH en Alemania, Klaus Reicherter, encontró un estrato extraño en un acantilado de la playa de Barbate. Mostraba evidencias directas de depósitos de hasta un metro de espesor con fragmentos de rocas marinas imbricadas y estructuras encadenadas rellenas con componentes mixtos de origen marino y terrestre.
Todo indicaba que se trataba de depósitos relacionados con algún maremoto, “pero no lo teníamos muy claro”, explica a Sinc Reicherter, autor principal del estudio publicado en Sedimentary Geology. Sin embargo, los científicos estaban seguros de que estos depósitos se originaron por un evento extremo.
“Lo primero que pensamos fue que los restos de tsunami estaban relacionados con el terremoto de Lisboa de 1755 por el espesor y otras características de los sedimentos, pero en los métodos de análisis empleados las fechas no encajaban y excluimos el tsunami de Lisboa”, dice a Sinc Benjamin Koster, investigador en el centro alemán y primer autor del trabajo.
Los resultados de la datación mostraron que un gran tsunami tuvo lugar hace 4.000 años en la región de Barbate y sus marismas. Los datos hallados a lo largo de cinco kilómetros entre Barbate y Zahara de los Atunes coincidieron con los de otro estudio que halló en 2005 evidencias de un tsunami en el Parque Nacional de Doñana y en el Golfo de Cádiz ocurrido hace unos 4.200 años.
“El evento de hace 4.000 años parece además haber sido potente dado el espesor de los depósitos, las características erosivas y el tamaño del grano de los fragmentos de rocas transportados”, señala Koster, quien añade que la fuente desencadenante del tsunami pudo ser diferente al de 1755 por la arquitectura interior y las características erosivas de los depósitos.
Una costa propensa a tsunamis
Los tsunamis provocan daños de infraestructuras e incontables pérdidas humanas. En España, el que sobrevino tras el terremoto de Lisboa en 1755 es ejemplo de ello. “Desde que los geólogos empezaron a investigar sobre el tsunami de Lisboa se dieron rápido cuenta de que otros paleotsunamis ocurrieron en el pasado”, explica Koster.
Los informes históricos y los registros más modernos de la altura de las olas a lo largo de la costa española han confirmado que sucesos extremos sucedieron durante los últimos siglos en la costa española, pero no han podido registrarlos mucho antes. Para ello es necesaria la información sedimentaria.
A los científicos les resulta difícil calcular los intervalos de recurrencia a largo plazo o la intensidad de la mayoría de estos eventos sin evidencias sedimentarias. “De ahí la importancia de la investigación sobre paleotsunami. En las últimas décadas hemos sido capaces de identificar depósitos de tsunami para evaluar la extensión de los eventos”, apunta el investigador.
En este caso, gracias al análisis de fluorescencia por rayos X, la susceptibilidad magnética, y el Georadar, entre otros, los investigadores identificaron un aspecto novedoso en los depósitos de tsunami: varios fragmentos de roca recubiertos de bolas de lodo de más de un metro de diámetro flotando en el interior de la matriz de los depósitos.
Además, otras características de los restos hallados son comparables a depósitos de tsunami recientes como el de Japón de marzo de 2011 y los del océano Índico en diciembre de 2004. Según los científicos, “quedan por resolver muchos retos, como conocer la distribución heterogénea de los depósitos a lo largo del golfo de Cádiz”, concluyen.
Referencia bibliográfica:
Benjamin Koster et al. “Sedimentological and geophysical properties of a ca. 4000 year old tsunami deposit in southern Spain” Sedimentary Geology 314: 1-16 DOI: 10.1016/j.sedgeo.2014.09.006 diciembre de 2014.
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