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Los días más duros de la pandemia pusieron a prueba la resistencia psicológica de los deportistas de élite

Un estudio de la Universidad de Granada analiza cómo la cancelación de competiciones durante el confinamiento de 2020 o la alteración de los entrenamientos afectó a las perspectivas de futuro y a sus procesos motivacionales. El freno a la preparación de los Juegos Olímpicos de Tokio, previstos para 2020 y que finalmente comienzan en julio de 2021, supuso un agravante.

Fuente: Universidad de Granada


Granada |
23 de julio de 2021

El confinamiento de 2020 derivado de los días más duros de la pandemia de COVID-19 supuso una alteración general para la población que ha tenido sus particularidades en el caso del deporte de élite, obligado durante semanas a cancelar competiciones y reinventar los entrenamientos.

Una investigación de la Universidad de Granada, encabezada por Juan González Hernández, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, ha estudiado los efectos que este periodo del año 2020 tuvo en deportistas olímpicos y profesionales, temporada en la que la vida en los Centros de Alto Rendimiento Deportivo se paralizó y los entrenamientos se llegaron a realizar desde casa, con falta de material y lejos de cualquier asesoramiento.

El investigador Juan González Hernández junto con la profesora María Isabel Tovar.

El trabajo ha demostrado que la incertidumbre acerca del futuro y la ruptura de las rutinas habituales de preparación y competición, han sido los elementos más desestabilizadores en la pandemia para deportistas olímpicos y profesionales.

El shock del primer semestre de 2020, como consecuencia del confinamiento, hizo que aumentaran los pensamientos negativos e intrusivos y provocó mayores niveles de ansiedad y angustia, hasta que se establecieron medidas que permitieron cierta vuelta a la normalidad, como la apertura de los Centros de Alto Rendimiento Deportivo o la realización de concentraciones específicas bajo importantes medidas de seguridad.

“La cancelación de competiciones, la incertidumbre ante la imposibilidad de entrenar con asiduidad, el alejamiento de los grupos deportivos o el cierre de instalaciones de entrenamiento supusieron un enorme golpe psicológico en una población de deportistas habituada a rutinas firmes y constantes, las cuáles utilizan como referencias para su estabilidad emocional”, detalla la investigación.

Los científicos explican que, “como cuando alguien comprueba que su camino se desmorona, aparecieron señales de angustia cada vez más acuciadas tanto por la desinformación como por la sobreinformación sobre el cambio en sus vidas”. Todo ello, ante una situación inédita para la mayor parte de la población produjo psicológicamente hablando,  efectos similares a los de una lesión de larga duración o un cambio que necesita de gran adaptación psicológica como la transición a una categoría de nivel superior o la retirada deportiva.

Pero, ¿quiénes han soportado mejor el desequilibrio provocado por los confinamientos? Los resultados del estudio han demostrado que los deportistas que disponen de mayores recursos psicológicos, es decir, aquellos que entrenan esta faceta a lo largo de su preparación, han sufrido menores niveles de respuesta disfuncional como la ansiedad, el estrés, la alexitimia o la depresión. Esto se debe a que a lo largo de sus aprendizajes y experiencia deportiva, han adquirido o mejorado recursos personales que les ayudan a manejar situaciones de cambios bajo circunstancias de alto estrés, desarrollando así una mayor tolerancia a la angustia.

Diferencias entre disciplinas

El impacto psicológico de la pandemia no ha sido el mismo en todas las disciplinas deportivas. La mayores déficits se han encontrado en deportistas que no disponen de grandes soportes (entrenadores, auxiliares), apoyos materiales o económicos para seguir manteniéndose en la línea de rendimiento alcanzada justo antes de comenzar los periodos de confinamiento.

“Hay deportes como el ciclismo, tenis o atletismo donde se necesita el contacto con staff técnico de mecánica, preparación física, medicina, que si bien se mantuvo en formato virtual, no ha alcanzado a sustituir la asesoría y seguimiento que aporta la presencialidad”, explican los investigadores.

La merma de competiciones, la incertidumbre del no contacto o no implicación de patrocinadores o fuentes de apoyo externas, supuso un aumento de las preocupaciones y desganas para continuar durante los primeros meses de confinamiento.

La incertidumbre acerca del futuro y la ruptura de las rutinas habituales de preparación y competición han desestabilizado a deportistas olímpicos y profesionales.

Eso sí, los deportes colectivos han sufrido algo menos que los individuales, según este trabajo, al ser grupos con mayor de personas y relaciones, entre las cuales se mantuvo la interacción de muy diversas maneras.

Deporte y estabilidad psicológica, un reto que no es nuevo

La relación entre práctica deportiva y estabilidad psicológica es recíproca y necesaria, indican los expertos. “Los argumentos científicos de ello son innumerables desde hace décadas y permiten considerarla como un elemento esencial para la prevención y rehabilitación de procesos que alteran lo saludable y llevan a la enfermedad”, explica María Isabel Tovar, profesora del Departamento de Enfermería de la UGR y participante en este estudio.

Otra cuestión es la práctica deportiva de alto rendimiento, donde los niveles de exigencia son extremadamente  altos y los deportistas requieren del uso de recursos físicos, psicológicos y sociales por encima de la curva normal de población. Es ahí donde los especialistas consideran crucial entrenar la autorregulación emocional, el reajuste y planificación de creencias sobre el éxito/fracaso, habilidades como la autocrítica constructiva, convertir los objetivos en retos, aceptar la dureza  de la presión deportiva, la autoempatía o habilidades para ser conscientes de la eficacia como base de la autoconfianza y claridad hacia el futuro.

La mayor parte de los citados recursos psicológicos se encuentran íntimamente ligados tanto a su entrenamiento específico, integrado en el resto de entrenamientos, como a la buena calidad de la red de apoyo social de los deportistas, aunque también a la existencia de competiciones como hitos necesarios para alcanzar unos resultados que permitan medirse con rivales, sumar para una clasificación o de cara a la obtención de ascensos.

De ahí deriva el hecho de aquellos deportistas que han mostrado niveles reducidos de tolerancia a la angustia (baja percepción positiva de sí mismos, devaluación de sus posibilidades, obsesionarse por lo no conseguido, impulsividad), han manejado peor la sintomatología asociada a las reacciones de estrés, ansiedad, depresión o respuesta emocional inexpresiva (alexitimia) que quienes sí disponían de recursos psicológicos para tolerar la angustia provocada por el confinamiento.

El agravante, afirma la investigación, es que el año 2020 iba a ser olímpico (ahora lo será 2021, aunque sin público y en un formato muy diferente a la magnificencia habitual), por lo que en el primer semestre la mayor parte de  deportistas estaba en las rectas finales de sus niveles de exigencia para poder llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio.

Junto a ello, aquellos deportistas de prácticas profesionales (fútbol o baloncesto) vieron truncada su temporada con una consecuente inactividad y dificultades para su normalidad, aunque en los meses de mayo y junio se reactivaron de manera exprés, al menos para acabar las ligas.

El entrenamiento psicológico, fundamental en el deporte para mejorar la salud en el alto rendimiento

“Los deportistas son ejemplos para nuestras sociedades, se les posiciona como modelos de fortaleza mental, aunque debemos (y deben) comprender que sus habilidades y recursos se circunscriben principalmente a las situaciones deportivas. De ahí que los deportistas, desde que son jóvenes, requieren del entrenamiento psicológicamente específico de sus habilidades mentales para las disciplinas donde se desenvuelven”, detalla María Isabel Tovar.

Ha sido ampliamente mostrada por la evidencia científica la conexión entre el entrenamiento y mejora de la maduración psicológica y el rendimiento deportivo, además de funcionar como herramienta preventiva ante el impacto psicosocial que provoca una disrupción tan severa frente a situaciones inesperadas similares a las que supone un confinamientos de tales características. Tal y como afirma el profesor González-Hernández, “Desde la comprensión de su motivación, la autorregulación emocional, el ajuste de creencias de interpretación o la mejora de la red de apoyo social, los deportistas aceptan un sufrimiento psicológico necesario y reforzante para tolerar la angustia, el dolor, el esfuerzo, y aumentar su potencial ante la exigencia deportiva”.

En este estudio, liderado por Juan González Hernández junto con la profesora María Isabel Tovar, han participado investigadores de diferentes universidades como Arif Yucë, Abel Nogueira y Clara López-Mora.

Referencia bibliográfica:

González-Hernández, J., López-Mora, C., Yüce, A., Nogueira-López, A., & Tovar-Gálvez, M. I. (2021). “Oh, My God! My Season Is Over!” COVID-19 and Regulation of the Psychological Response in Spanish High-Performance Athletes. Frontiers in Psychology, 12. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.622529


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