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Doñana comienza el verano con una inundación excepcional de la marisma

La combinación de lluvias tardías, el nivel elevado del río y del mar y la influencia del dique de la Montaña del Río han ralentizado el desagüe de la marisma, que presenta aún un alto nivel de inundación, con un 47% de su capacidad. Esto favorecerá la reproducción de aves acuáticas y la regeneración de vegetación, pero también plantea retos como la proliferación de especies invasoras y de cianobacterias. 

Fuente: Comunicación CSIC Andalucía y Extremadura


Sevilla |
02 de julio de 2025

Las intensas lluvias registradas durante el primer trimestre de este año, especialmente en el mes de marzo, han devuelto a Doñana una imagen que no se veía desde hacía más de una década. De acuerdo a los datos históricos de la Estación Biológica de Doñana – CSIC, este ciclo hidrológico está siendo excepcional, no tanto por la cantidad total de precipitación acumulada – con alrededor de 150 mm por encima de la media anual- sino por la concentración de las precipitaciones en la segunda mitad del invierno y principios de la primavera.

Con 287,8 mm de precipitación, según los datos de la estación meteorológica del del Palacio de Doñana, este marzo se ha convertido en el más lluvioso desde los años 70. En apenas algo más de mes y medio, la marisma pasó de un nivel de inundación del 7,9% al 97,4%, un porcentaje de superficie inundada que no se alcanzaba desde 2010.

Vista de la marisma de Doñana por la Vereda de Sanlúcar el 2 de julio. Imagen: J. Manuel Vidal Cordero.

No obstante, aunque las precipitaciones han supuesto una renovación para los ecosistemas que dependen directamente del agua de lluvia, como es el caso de la marisma, los últimos años de sequía combinada con la sobreexplotación del acuífero exigen un proceso de recuperación mucho más lento para algunos hábitats prioritarios para la conservación, como es el caso de las lagunas temporales.

El ciclo hidrológico actual, que abarca desde septiembre de 2024 hasta agosto de este año, se inició con un periodo relativamente seco que se prolongó hasta diciembre. Las primeras precipitaciones se registraron el 12 de octubre, lo que ayudó a activar el sistema. Sin embargo, la primera inundación
significativa no se produjo hasta finales de noviembre, cuando se alcanzaron 177,5 mm de precipitación acumulada. Estas lluvias permitieron que los suelos arcillosos se hidratasen lo suficiente para que la marisma se comenzase a inundar.

Pese a este repunte, el mes de diciembre fue especialmente seco, lo que provocó un retroceso de la superficie inundada. La escasa lámina de agua que se había alcanzado en noviembre -aproximadamente de un 15%- disminuyó progresivamente hasta alcanzar el mínimo de 7,9%, registrado el 29 de diciembre, según el Protocolo Automático de Imágenes Landsat del Laboratorio de SIG y Teledetección de la Estación Biológica de Doñana.

Este bajo nivel de inundación a principios de año tuvo un impacto sobre el censo internacional de aves acuáticas, el cual se lleva a cabo anualmente a mediados de enero. El conteo arrojó una cifra de apenas 178.989 individuos, el tercer registro más bajo de los últimos 25 años, reflejo de las pobres condiciones hídricas de este momento.

Otra vista de la marisma de Doñana por la Vereda de Sanlúcar el 2 de julio. Imagen: J. Manuel Vidal Cordero.

Fue a finales de enero cuando comenzaron a llegar las primeras lluvias significativas. El día 21 de enero se registró el mayor pico de precipitación diaria del ciclo, con 40,5 mm. Durante los días siguientes, las lluvias continuaron a un ritmo más moderado, lo que permitió una recuperación notable del nivel de agua en la marisma. Para el 30 de enero, el sistema ya presentaba un 67,8% de superficie inundada.

La recuperación iniciada en enero se vio reforzada de forma decisiva durante el mes de marzo, cuando se registró la mayor parte de las precipitaciones del ciclo hidrológico actual. Con 287,8 mm de precipitación acumulada, se convirtió en el marzo más lluvioso de toda la serie histórica. Estas lluvias, moderadas y continuas, permitieron que el sistema de la marisma se activara casi al completo. El 19 de marzo, las marismas de Doñana alcanzaron su máximo de inundación durante el ciclo, con algo más de 33.000 hectáreas inundadas, lo que representa un 97,4% de su capacidad.

Esta inundación se está prolongando más en el tiempo de lo que suele ser habitual. A finales de mayo, aún se contaba con una inundación del 70% y, en la actualidad, esta es de alrededor de unas 16000 ha, alrededor de un 47%, según datos obtenidos de la imagen satélite Sentinel 2 del 29 de junio.
Esta persistencia de la inundación se explica principalmente por dos factores. Por un lado, la mayor parte de las precipitaciones han sido tardías, a finales de invierno y principios de la primavera. En segundo lugar, estas lluvias tardías han provocado que el aporte de agua procedente de los arroyos vertientes a la marisma haya sido constante hasta fechas muy recientes.

A estos factores se suma el hecho de que este es el segundo ciclo con precipitaciones de esta intensidad desde que la marisma fue aislada del estuario tras el desastre de Aznalcóllar con la construcción del dique de la Montaña del Río en 1998. “Este dique conectó dos muros previos al norte y al sur del mismo e impermeabilizó completamente la marisma del Brazo de la Torre y del propio Guadalquivir, lo que permitió la contención de las aguas tóxicas del vertido, pero a su vez aumentó mucho el volumen de agua que puede retener la marisma”, explica Diego García Díaz, técnico del laboratorio SIG y Teledetección en la Estación Biológica de Doñana.

Junto a todo esto, las precipitaciones que se han producido en toda la cuenca del Guadalquivir han provocado un elevado nivel del río que, sumado al incremento del nivel del mar durante las mareas vivas de primavera, ha dificultado el rápido desagüe de la marisma. Se espera que este funcionamiento activo de la marisma como humedal repercuta de forma positiva en la reproducción exitosa de las aves acuáticas, cuyos resultados estarán disponibles en los próximos meses.

Sin embargo, al mismo tiempo, esta prolongación de la fase de inundación también puede favorecer procesos ecológicos menos deseables, como la proliferación de especies invasoras, como es el caso del helecho acuático Azolla o de numerosas especies de peces exóticos, así como de cianobacterias, cuya aparición está siendo objeto de seguimiento por su potencial impacto sobre la calidad del agua y la biodiversidad.


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