Riesgo alto de trastorno mental durante la primera ola en casi la mitad de los sanitarios españoles
Con datos de más de 9.000 profesionales de 18 centros sanitarios españoles, un nuevo estudio revela cómo casi la mitad de los encuestados presenta cribado positivo de un trastorno mental, y un 14,5 % lo sufre de forma discapacitante, es decir, con repercusiones negativas claras en su vida profesional y social. Una segunda investigación apunta un 3,5 % de ideación suicida activa en los últimos 30 días.
Fuente: Agencia SINC
Casi la mitad de los profesionales sanitarios españoles tiene un alto riesgo de sufrir un trastorno mental después de la primera ola de la pandemia. Además, un 3,5 % presenta ideación suicida activa (presencia de deseos de muerte y de pensamientos persistentes de quererse matar). Así concluyen dos estudios realizados en 18 centros hospitalarios de Andalucía, País Vasco, Castilla y León, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana.

Los profesionales hablaron sobre su trabajo durante la primera ola de la pandemia, relaciones familiares, impacto personal o al entorno de la covid-19. / Pixabay
A través de encuestas a 9.138 profesionales sobre su trabajo durante la primera ola de la pandemia, relaciones familiares, impacto personal o al entorno de la covid-19, los investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), del Centro en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y del de Salud Mental (CIBERSAM), han llevado a cabo el estudio MINDCOVID, cuyos resultados se han publicado en la revista Depression & Anxiety.
“Los datos de la primera ola indican una prevalencia de problemas de salud mentales discapacitantes en los sanitarios españoles mucho más alta que la esperada. Habrá que monitorizar el riesgo de que estos problemas persistan y, a la vez, tener en cuenta los factores identificados para tratar de minimizarlo”, explica Jordi Alonso, autor principal del estudio, director del Programa de Epidemiología del IMIM-Hospital del Mar y codirector científico del CIBERESP.
El 80 % de los encuestados estuvieron involucrados directamente en el cuidado de pacientes covid-19, a pesar de que solo el 43 % estuvieron en contacto durante casi todo el tiempo. El 17,4 % contrajo la enfermedad y 112 necesitaron ingreso hospitalario. En el 13,4 % de los casos algún miembro de la familia directa resultó infectado y en 1 de cada 4, el profesional tuvo que confinarse o quedar en cuarentena. Además, 4 de cada 10 reportaron haber sufrido algún tipo de desorden mental antes de la pandemia.
Impacto de la pandemia en la salud mental
Del total de participantes, el 45,7 % presentan riesgo alto por algún tipo de trastorno mental, es decir, necesitan una evaluación profesional para confirmar la presencia de un trastorno mental. A la vez, 1 de cada 7, el 14,5 %, tienen un trastorno mental discapacitante, con repercusiones negativas claras en su vida profesional y social.
Por patologías, el 28,1 % sufre depresión, el 22,5 % trastorno por ansiedad, casi 1 de cada 4, pánico, el 22,2 % estrés postraumático y un poco más del 6 %, abuso de substancias. Además, haber presentado un trastorno mental antes de la pandemia dobla el riesgo de volverlo a sufrir a consecuencia de la pandemia.
“Los resultados no nos sorprenden, son muy consistentes con nuestra experiencia clínica, pero nos preocupan. Atendimos a muchos sanitarios con estrés agudo, agotamiento y ansiedad. Especialmente, aquellos que ya habían experimentado anteriormente problemas de salud mental”, explica Víctor Pérez, último firmante del trabajo.
La prevalencia de los trastornos mentales es más elevada en el caso de las mujeres jóvenes, no nacidas en España y no casadas. El colectivo de las auxiliares de enfermería es el que muestra un impacto más grande. Así, 2 de cada 3 auxiliares sufren riesgo alto por trastornos mentales y la mitad de las enfermeras. A la vez, hay una prevalencia más elevada en aquellos profesionales expuestos a pacientes covid-19, y entre aquellos que han sufrido la enfermedad o que han tenido familiares infectados.
Ante estos resultados, los autores recomiendan una monitorización a los profesionales sanitarios con trastornos mentales previos, así como aquellos con una exposición elevada a enfermos, que hayan sufrido la infección o hayan estado en confinamiento, con especial atención a las auxiliares de enfermería.
Ideación suicida activa
El estudio MINDCOVID también documenta una prevalencia alta de ideación suicida activa, del 3,5 %, y de intentos de suicidio, del 0,1 %, durante la primera ola de la pandemia. Esta cifra contrasta con el 0,7-0,9 % estimado para la población general antes de la pandemia.
“Esto es alarmante, sobre todo debido al riesgo ya aumentado de suicidio entre los profesionales sanitarios antes de la covid-19. El estudio demuestra que este aumento del riesgo de ideación suicida se explica en parte por la presión sufrida por los centros sanitarios en términos de coordinación y personal durante la primera ola”, apunta Philippe Mortier, firmante de los dos trabajos.
Los datos ponen de manifiesto la necesidad de esfuerzos sociales para evitar contagios y evitar que los sistemas sanitarios se vean desbordados. Por último, otro factor de estrés importante para la ideación suicida que el estudio identificó es el estrés financiero, como el miedo a la pérdida de ingresos u ocupación a causa de la pandemia.
Para los autores, una serie de simulaciones demostraron que las intervenciones que incrementan la preparación hospitalaria y disminuyen la inseguridad financiera entre los trabajadores sanitarios pueden provocar reducciones de la ideación suicida substanciales, de incluso el 75 %.
Referencias:
Jordi Alonso et al.: MINDCOVID Working group. Mental Health Impact of the First Wave of COVID-19 Pandemic on Spanish Healthcare Workers: a Large Cross-sectional Survey. Rev. Psiq. Salud Pública. doi: https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2020.12.001
Mortier P, Vilagut G, Ferrer M, et al. Thirty‐day suicidal thoughts and behaviors among hospital workers during the first wave of the Spain COVID‐19 outbreak. Depression and Anxiety. 2020;1–17. https://doi.org/10.1002/da.23129
Estos estudios han recibido financiación del Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Ciencia e Innovación)/FEDER COV20/00711, Sara Borrell, CD18/00049) y de la Generalitat de Catalunya (2017SGR452).
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