Sinfonía artística de la inteligencia artificial y los humanos
Las máquinas ya son capaces de generar imágenes espectaculares y textos literarios con las instrucciones que les dan las personas. ¿Quién es entonces el verdadero creador? Preguntamos a Hope Schroeder, del laboratorio Media Lab del MIT y miembro de los Investigadores de la Creatividad Humana
Fuente: Agencia SINC
La llamada inteligencia artificial (IA) generativa es capaz de crear textos, ilustraciones y material audiovisual en respuesta a prompts o instrucciones humanas. A partir de datos existentes en internet, esta tecnología presenta un contenido original. Ejemplos muy conocidos son ChatGPT, un bot conversacional creado por la compañía OpenAI, y generadores de imágenes como Midjourney y DALL-E.
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y otros centros de EE UU presentan esta semana en la revista Science un análisis sobre las capacidades que tiene esta nueva tecnología de ofrecer productos artísticos de alta calidad para las artes visuales, la música y la literatura, así como para el vídeo y la animación. «La IA generativa no es el heraldo de la muerte del arte, sino más bien un nuevo medio con sus propias posibilidades”, subrayan los investigadores.
Hablamos con una de las autoras, Hope Schroeder, del laboratorio Media Lab del MIT y miembro de los Investigadores de la Creatividad Humana, un grupo de expertos en estética y cultura, asuntos jurídicos, trabajo y medios de comunicación que creen que una perspectiva explícitamente centrada en el ser humano es fundamental para garantizar el uso adecuado de estas tecnologías emergentes.
¿Realmente la IA desarrolla un «proceso creativo», no es una característica exclusiva de los humanos?
A lo largo de la historia, cuando la gente empezó a utilizar nuevas herramientas para el arte, como la cámara, cambió la forma en que veíamos el papel del ser humano en el proceso creativo. Con las herramientas artísticas de la IA, los humanos son los que organizan los datos, entrenan el modelo y generan con él las imágenes de salida. En otras palabras, son herramientas creadas y controladas por nosotros.
La investigación en diversos campos muestra que si ‘antropomorfizamos’ la IA, afirmando que puede ser creativa, por ejemplo, esto puede dejar a un lado la responsabilidad de los creadores humanos, que deberían garantizar que estos sistemas no hagan daño. También puede restar mérito a los artistas que utilizan estas herramientas y a aquellos cuyo trabajo se ha utilizado para entrenar la IA, a menudo sin su consentimiento.
¿Cómo van a influir estas nuevas herramientas en el arte, incluida la literatura?
Pueden afectar a muchas fases del proceso creativo. Un impacto positivo podría ser que más personas, incluso sin formación artística, puedan utilizarlas para crear arte y expresarse.
En mayo di una charla a líderes tecnológicos en Barcelona sobre cómo los humanos pueden cocrear con las herramientas de IA de nuevas formas. Hablé, por ejemplo, de una de nuestros estudios donde se muestra cómo la visualización de tus ideas con la IA puede darte nuevos conocimientos, y como su uso para generar ideas afecta a lo que creamos en la vida real. Estos métodos abren posibilidades creativas si diseñamos las herramientas de inteligencia artificial teniendo en cuenta la acción humana.
Incluso para los profesionales, estos avances pueden cambiar el papel que desempeñan en la creación artística (de imágenes y vídeos). Dar las indicaciones (prompting), la edición y la coordinación pueden convertirse en partes importantes del proceso creativo. Y lo mismo puede ocurrir con la literatura y la escritura.
¿Cambiará el arte cuando se popularicen estas herramientas?
Todavía no sabemos cómo afectarán al arte si más gente las utiliza. Por ejemplo, si plataformas como Instagram y Facebook premian determinadas estéticas de imágenes generadas por IA, los artistas podrían verse presionados a crear más obras de ese estilo. Esto podría conducir a un ciclo en el que obtengamos más homogeneidad en el arte, y menos diversidad, como resultado de la inteligencia artificial. Creemos que es fundamental investigar cómo preservar la diversidad artística con estas nuevas herramientas.
¿Existe el riesgo de que la IA ofrezca datos sesgados, favoreciendo un tipo de raza, nacionalidad, tipo de información, etc.?
Sin duda es un problema. Si piensas quién publica en internet en el mundo, te harás una idea de la demografía que está representada en los datos con los que se entrenan los grandes modelos de IA. Esto significa que es más probable que esa información proceda de personas de habla inglesa, del Norte global y de raza blanca. Evidentemente, esto no es representativo del mundo, y los sesgos en los datos de entrenamiento se pueden perpetuar también en los resultados.
Un artículo reciente, por ejemplo, analizaba cómo la clásica sonrisa estadounidense se convierte en un rasgo importado a imágenes generadas de otras culturas y de diversas épocas. Este ejemplo puede parecer inocuo, pero este tipo de comportamiento de los modelos también puede dar lugar a estereotipos perjudiciales de algunos grupos, en particular los que están infrarrepresentados en los conjuntos de datos utilizados para entrenar.
Una vez que ofrece el producto, ¿quién es el autor de las imágenes y textos generados por la IA? ¿Cuál es la situación en EE UU?
La ley tendrá que encontrar un equilibrio entre la protección de los artistas en cuya obra se entrenó [la inteligencia artificial] y la protección de las personas que utilizan las herramientas para crear arte.
En EE UU existe la idea de que si los usuarios de la herramienta de IA han participado en la obra, podrían reclamar derechos de autor. Pero el grado de implicación que una persona debe tener para reclamarlos es objeto de debate, especialmente a medida que estas herramientas se desarrollan para dar a los usuarios un mayor control sobre los resultados.
Por un lado, la US Copyright Office ha mantenido que solo los humanos pueden tener derechos de autor sobre el trabajo. En 2018, Edmond De Belamy, una obra generada por IA, fue firmada con una ecuación matemática (parte del algoritmo que ayudó a crearla) en lugar del nombre colectivo de los artistas, Obvious, pero creemos que la sugerencia de que la máquina fue el creador es errónea, por las razones que he comentado antes.
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