SUS ALTEZAS REALES LOS PRÍNCIPES DE ASTURIAS INAUGURAN Y VISITAN LAS NUEVAS INSTALACIONES DEL PARQUE DE LAS CIENCIAS
Las nuevas instalaciones del Parque de las Ciencias se levantan junto al río Genil como una caja enigmática que despierta la curiosidad y que invita al usuario a descubrir su interior.
Su diseño arquitectónico ya muestra al visitante la filosofía del museo: la interactividad y la accesibilidad del conocimiento. Así, el nuevo edificio ofrece espacios en los que moverse con libertad, y continuidad. Su diseño al igual que el contenido invitan al usuario a descubrir, convirtiéndose en un sujeto, interesado y curioso, que asume un papel activo.
El Macroscopio es obra de los arquitectos Carlos Ferrater, Eduardo Jiménez Artacho y Yolanda Brassa y, como ellos mismo afirman, responde a la necesidad de crear una una estructura espacial que permite una total flexibilidad de uso y configuraciones diversas que entrelacen recorridos y temáticas. Se trata de convertir la experiencia del espacio en juego y diversión. Miradas cruzadas, relación con el paisaje y espacios confinados se suceden en el tiempo de la visita.
La cubierta del edificio se asemeja a una mano abierta en la que cada dedo constituye un espacio expositivo unido a los demás gracias al gran vestíbulo que conduce y orienta al visitante; recibe los flujos desde la plaza de acceso y el espacio verde inmediato al río y los pone en relación con los grandes espacios abiertos ya en el interior del edificio: el Bosque de los sentidos y la plaza del Observatorio.
El corazón de este vestíbulo son los dos grandes lucernarios que emulan la orografía de Sierra Nevada y que dotan de luz natural a todo el edificio.
Hall principal del Parque de las Ciencias
El Hall del nuevo edificio es un espacio acogedor. En él predominará el edificio en sus formas puras mientras los contenidos del museo sólo se insinúan… Se busca un ambiente relajante, con poca información visual frente a la saturación de mensajes que caracteriza el espacio público contemporáneo. Una invitación a iniciar el descubrimiento pausado de su interior, pero antes que nada, un lugar de acogida y encuentro para los visitantes.
Para lograr este clima, se han seleccionado algunos objetos y experiencias manteniendo un equilibrio argumental que desvela ya un poco las intenciones del museo, aquello que nos aguarda: ciencia, arte y tecnología; patrimonio histórico e interactividad; física y ecología; pasado e innovación; belleza y reflexión
Eppur si muove: La escultura dinámica del creador alemán Cristian Tobin. La columna de basalto sin labrar movida sutilmente por el agua. El granito glacial que invita a ser tocado para contar historias secretas El arte y la ciencia se funden en un objeto de impronta geológica.
Ford T: Un hito en la historia de la tecnología. Creado por Henry Ford en 1908 es el primer vehículo fabricado en cadena. Su calidad y bajo coste revolucionó la producción industrial de automóviles y, poco a poco, el modo de vida de millones de personas. Una mirada directa al patrimonio tecnológico.
Elefante y Mariposa: Tamaño y vida. La fuerza de la vida ante nuestros ojos gracias a todos los recursos expositivos disponibles: naturalizaciones, modelos, dioramas, esqueletos, vivarios… Los seres vivos pueblan el Parque de las Ciencias para ayudarnos a contar la historia de la vida.
Agujero negro: La interactividad más primaria frente a la complejidad del mundo. Un modelo elegante para tratar de explicarnos una parte del universo tan difícil de comprender. La vocación experimental y didáctica del museo, la observación, la conjetura, la libertad de explorar
Planeta Tierra: La nueva imagen del mundo que nos brindan los satélites junto a los medios más sofisticados de análisis e interpretación del clima. El planeta ante nuestros ojos, la información al alcance de nuestros dedos.
Piano de cola: La música como expresión de la armonía del arte y las matemáticas. El encuentro de la artesanía, el manejo de los materiales, el cálculo y la creatividad. Todo al servicio del lenguaje más universal. Además, el piano nos anuncia que la música en vivo formará parte de la vida del museo.
Linotipia: La tecnología se alía, como nunca antes, con la difusión de la información y el conocimiento. Esta máquina asombrosa es la expresión material de los logros del ingenio humano en la era de la mecánica, antes de que la electrónica volviera a cambiarlo y amplificarlo todo.
La tierra achatada: La elegancia del experimento más simple al servicio de la comprensión. La belleza de la austeridad formal de un módulo capaz de abrir todos los poros de nuestra inteligencia.
Libros: Los libros pueblan el Parque de las Ciencias. Es un mensaje disperso sobre la importancia de nuestros mejores aliados. En el museo contemporáneo junto a los nuevos medios habitan también los libros.
El Autómata amable: Robo-thespian, un robot amable que cita a Shakespeare, Cervantes o Darwin. La sugerente e inquietante belleza de la mecánica que emula la vida
Junto a estos elementos emblemáticos, otros espacios y contenidos apoyan el discurso del museo en esa gran plaza cubierta de luz que es el hall principal y el lucernario: los puntos de información, la biblioteca, el café Darwin, el ciber, los cines, la tienda del museo, el área de formación, el Taller de Faraday… Y, por supuesto, las Ventanas a la Ciencia.
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