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El trabajo en grupo en educación, decisivo para el éxito en el mercado laboral

El aprendizaje activo y colaborativo, a través de aplicaciones y softwares, favorecen la preparación de los alumnos de cara al sector laboral. Es la principal conclusión que se extrae de las investigaciones realizadas por un grupo de la Universidad de Málaga, que apuesta por potenciar la reflexión y el análisis en común, como recurso docente imprescindible.

Fuente: Fundación Descubre

aprendizaje activo , trabajo colaborativo


Málaga |
02 de octubre de 2018

Cuando un estudiante en su periodo formativo trabaja en grupo, por medio de herramientas online en remoto, adquiere una serie de competencias muy demandadas por las empresas. Su extrapolación al mundo profesional generaría una considerable rentabilidad para las compañías, desde el punto de vista de la productividad. Asimismo, reportaría otros beneficios asociados, como ahorro de tiempo y dinero al evitar desplazamientos, contribuyendo además a preservar el medio ambiente al generar menos contaminación.

Así lo constatan las investigaciones de un equipo de la Universidad de Málaga (UMA), que ha puesto en práctica una metodología novedosa, que emplea tecnología para mejorar el rendimiento del alumno. A través de herramientas online, se fomenta el aprendizaje activo y el trabajo colaborativo, un aspecto muy demandado en el mercado laboral actual. El proyecto es interuniversitario, ya que participaron estudiantes y docentes de facultades de Málaga y Sevilla. El sistema se puede aplicar a varias etapas de la enseñanza, a partir de educación secundaria, o para mejorar el funcionamiento de empresas e instituciones.

De izquierda a derecha, Beatriz Gómez, Rocío Aguilar, Sebastián Molinillo, María Vallespín, y Rafael Anaya, miembros del grupo de investigación de la Universidad de Málaga.

El propósito más destacado consistía en mejorar los resultados de la enseñanza. El profesor del área de marketing del departamento de Economía y Administración de Empresas de la UMA, Sebastián Molinillo, explica a la Fundación Descubre que este estudio es pionero, y se basa en la validación de un modelo que integra múltiples variables. Se emplea un amplio abanico de herramientas colaborativas que, en su mayoría, están al alcance de cualquiera gratuitamente, y es un procedimiento fácilmente imitable en otros entornos.

Para llevar a cabo la investigación, los alumnos han empleado plataformas de intercambio y almacenaje de archivos, entre ellas Dropbox o Google Drive, un medio de comunicación síncrono, en este caso Skype, un blog de WordPress, redes sociales o un foro dentro del campus virtual de la UMA que está basado en el software de Moodle. Además, tenían la oportunidad de utilizar un aula con sistemas de retransmisión con cámaras de vídeo, para realizar las presentaciones finales al resto de sus compañeros de manera remota.

Se buscaba que los alumnos, a lo largo de un semestre, realizaran su trabajo, no en un documento de Word que consistiera en una suma de partes, sino que lo hicieran colaborativamente, en la construcción de la solución del problema que se les planteaban, escribiendo en un soporte tipo Wiki. Esta herramienta, que también estaba alojada en el campus virtual de la Universidad de Málaga, permitía a los estudiantes construir los contenidos de modo continuado, ágil y sencillo.

Esta nueva propuesta de enseñanza ayudaría a rentabilizar y a sacar mayor partido a los campus virtuales existentes en las universidades. La investigación se puede consultar en el artículo ‘Exploring the impacts of interactions, social presence and emotional engagement on active collaborative learning in a social web-based environment’, publicado en la revista Computers & Education.

Social web-based collaborative learning

Con las herramientas denominadas Social web-based collaborative learning (SWBCL), o aprendizaje colaborativo basado en la web social, se pretende que el alumno trabaje en grupo activamente. «Para promover eso, creemos que las herramientas colaborativas de la web son muy útiles y es lo que demuestra nuestra investigación», afirma el experto. El estudio se complementa con el análisis del posible efecto de cuatro variables, además del aprendizaje activo: la presencia social, o cómo el alumno se ve dentro del grupo y cómo siente que el grupo lo ve; el papel del profesor en la interacción con los estudiantes; el compromiso emocional, es decir, que el alumno disfrute y se sienta cómodo y cuidado durante la formación; así como la interacción entre los propios estudiantes.

Esta última variable tiene menor influencia en el modelo que ha estudiado el equipo de la UMA. «A veces no hay todo el nivel de interacción que nos gustaría por los miedos que existen dentro del propio grupo», comenta Sebastián Molinillo.

El profesor Sebastián Molinillo, utilizando el campus virtual de la UMA.

Las tareas que se les planteaban a los alumnos y que tenían que solucionar de forma colaborativa consistían en problemas reales de análisis de pequeñas y medianas empresas de Andalucía. El hecho de escoger compañías del entorno más cercano, en vez de grandes multinacionales conlleva una serie de ventajas. Por ejemplo, existía un contacto más próximo con los trabajadores, por el cual se podía hablar y conocer sus circunstancias de primera mano. Asimismo, contribuía a que los estudiantes conocieran más en profundidad el tejido empresarial que les rodea. Para comenzar el trabajo, se les suministraba una breve descripción de la entidad y se les explicaba cuál era su situación actual y cómo podían solucionar los retos que se les planteaban. En definitiva, conocer su estado, elaborar un diagnóstico y proponer medidas de mejora.

El estudio vino motivado porque en las materias relacionadas con la Administración de Empresas de la UMA, como en otras muchas disciplinas, se promueve el trabajo en grupo entre los alumnos, sobre todo a raíz de la adaptación de los planes de estudio al Espacio Europeo de Educación Superior. Hace ya algunas décadas se llegó a la conclusión de que contribuía a desarrollar una serie de habilidades que el trabajo autónomo independiente no posee, indica el profesor Molinillo. Esta capacidad, añade, la están demandando muchas empresas, ya que los objetivos que se pueden conseguir son más beneficiosos. A ello contribuye el uso de las herramientas online que han surgido en los últimos años, y que pueden mejorar la eficiencia de las tareas que se realizan colaborativamente, tanto en términos de productividad, como en resultados, o en la propia organización del grupo.

Hoy en día, los alumnos siguen teniendo una gran insatisfacción por el trabajo conjunto. No todo el mundo realiza las tareas igualmente. Hay gente que no persigue los mismos objetivos, unos contribuyen más que otros, surgen diferentes actitudes y comportamientos, y al final se crean una serie de tensiones dentro del colectivo, que no contribuyen a los resultados, y que incluso se percibe en grupos formados por amigos. «Nosotros intentábamos cambiar esta dinámica, que todos los estudiantes colaboraran en el trabajo», asegura el experto que, en definitiva, pretendían que no supusiera una especie de losa, sino que fuera actividad agradable y que se realizara de forma continua.

Las herramientas online permiten que el profesor tenga más interacción con los alumnos a lo largo de todo el semestre, así como un mejor control. Los estudiantes creaban una carpeta comprimida en dropbox, y el docente tenía acceso a ella, o creaban un blog en WordPress en el que, al conocer la URL, se podía leer el post. Todo ello, supone más tiempo y dedicación a la hora de examinar los trabajos, pero el resultado final es más satisfactorio y los alumnos disfrutaron más, señala Sebastián Molinillo.

Uno de los principales temas de investigación en el área de Marketing es el comportamiento del consumidor, que es una de las especialidades dentro de este grupo de la UMA. En este caso, los estudiantes son los clientes y se mide su actitud, motivación, conflicto, presencia social, uso de las herramientas, etc.

El aprendizaje activo es lo opuesto a la lección magistral de toda la vida. En éste último, el papel del alumno es totalmente pasivo. Sin embargo, a raíz del Espacio Europeo de Educación Superior, lo que tratan de promover todas las universidades es un cambio de enfoque, donde lo importante es que el estudiante trabaje. A esto se une que si es en grupo, tal y como demandan las empresas a sus trabajadores, los resultados serán mejores.

Momento de una de las presentaciones remotas que se realizaron.

La técnica estadística que se emplea para medir las variables del estudio es la de mínimos cuadrados parciales (PLS). Aunque se creó hace más de una década, se ha empezado a utilizar con más asiduidad en los últimos años, con el desarrollo de una serie de softwares que han facilitado su aplicación. Se basa en modelos de regresión lineal, que básicamente tratan de medir relaciones causales. En el caso del modelo analizado, como hay varias que condicionan a otras tantas y viceversa, se denomina de regresión múltiple.

Otro de los aspectos que persigue esta técnica de enseñanza se centra en fomentar, por parte del profesor, que los alumnos pierdan el miedo a expresarse en público, en este caso, a través de Internet, y sobre cuestiones profesionales, hablando como un especialista que analiza una empresa.

Los resultados, según el profesor de la UMA, son muy positivos aunque actualmente estas iniciativas se están desarrollando de manera desigual. Por ejemplo, todas las universidades andaluzas disponen de un campus virtual, sin embargo, cada profesor las emplea de diferentes maneras, algunos de modo muy básico. También, existen más opciones que pueden ayudar y que no todos utilizan o se preocupan por ir más allá. Junto con una actitud positiva por parte de los alumnos, todo en conjunto sería muy eficaz para su formación, argumenta el investigador.

Por tanto, se busca fomentar el uso de las nuevas herramientas tecnológicas en un contexto de trabajo colaborativo, dentro del campo de la educación, y más concretamente, a través de la participación activa de los estudiantes. En otro estudio paralelo del grupo de investigación se puso de manifiesto que los alumnos ven como una carga de trabajo adicional este tipo de técnicas docentes. Para su implementación es importante que perciban un beneficio, una recompensa al realizar estas tareas, que sea considerable con respecto a la nota final de la asignatura.

Este último estudio mide la actitud del alumno a la hora de afrontar el trabajo colaborativo. Ambos se complementan y forman parte de los proyectos de innovación educativa de la Universidad de Málaga, que es la institución que aporta la financiación. Actualmente el equipo de expertos continúa con esta línea de investigación de aprendizaje activo, aunque en este caso, fomentando en los estudiantes las competencias lingüísticas en inglés.

Referencias:

Sebastián Molinillo, Rocío Aguilar-Illescas, Rafael Anaya-Sánchez, María Vallespín-Arán: ‘Exploring the impacts of interactions, social presence and emotional engagement on active collaborative learning in a social web-based environment’. Computers & Education. 2018.


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