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5 de Marzo: Día Mundial de la Eficiencia Energética

Colegios ecoeficientes con arquitectura sostenible

Investigadoras de la Universidad de Sevilla desarrollan un proyecto para que los centros educativos puedan ser más eficientes desde el punto de vista energético, teniendo en cuenta el clima y las condiciones geofísicas y culturales de la zona donde se insertan.


Sevilla |
05 de marzo de 2020

Hoy día 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética con el objetivo de reflexionar y crear conciencia de la importancia del uso racional de la energía. Aunque está presente en todos los ámbitos de la vida, su uso eficiente en lugares como los centros educativos sirve también para sensibilizar a la comunidad educativa sobre su importancia a la hora de frenar el cambio climático.

Los investigadores de la Universidad de Sevilla Ángela Barrios, Antonio Serrano, Maite Gil, la directora del CEIP ‘Lope de Rueda’ de Sevilla y Marta Molina en una visita al centro educativo.

En esta línea, la Universidad del Sevilla desarrolla el proyecto ‘Ecoeficiencia en centros educativos: Innovación, Rehabilitación y Regeneración’. En él se estudian, analizan e implementan medidas a tener en cuenta en la rehabilitación de edificios escolares, encaminadas a mejorar y favorecer el confort y el bienestar de sus usuarios, sin causar impactos negativos en el medioambiente. “Estudiamos, además, que sean viables técnica y económicamente”, comenta Ángela Barrios, responsable del proyecto.

El equipo de investigación cree en la necesidad y oportunidad de mejorar los edificios y áreas libres de los centros educativos mediante estrategias propias de la arquitectura bioclimática, es decir, teniendo en cuenta el clima y las condiciones geofísicas y culturales de la zona donde se insertan. “Estas cuestiones a menudo son olvidadas tanto en el diseño de partida como en el funcionamiento del día a día del centro”, señala Barrios.

Medidas de eficiencia energética en centros educativos

En relación a los edificios se apuesta por la recuperación de soluciones de la arquitectura vernácula o tradicional, como por ejemplo: disponer elementos de sombra sobre las fachadas y los elementos acristalados; posibilitar la aireación natural cruzada; implementar sistemas de ventilación natural inteligente en los espacios, que mejoren la calidad del aire a la vez que puedan servir de refrigeración pasiva; mejorar carpinterías de las ventanas; o mejorar el aislamiento de las fachadas y cubiertas.

Sistema de ventilación natural inteligente instalado en un colegio de Olivares, Sevilla, recientemente.

En el ámbito práctico, “la Agencia Pública Andaluza de Educación de la Junta de Andalucía es muy sensible en materia de ecoeficiencia en los edificios escolares, y está fomentando que investigadores y arquitectos trabajen en esta línea”, indica Maite Gil, arquitecta de la agencia.  En esta línea, se han comenzado a implementar en los edificios de nueva construcción sistemas de ventilación natural inteligente, controlados por sondas que miden la concentración del nivel interior de CO2 para garantizar la salubridad en las aulas. “Cuando se alcanzan unos determinados niveles, la sonda emite una señal para que automáticamente se abran ventanas u otros sistemas de ventilación”, añade.

Además de estas medidas en los edificios escolares en sí, hay otras estrategias que se pueden seguir para que los espacios exteriores y, más concretamente, los patios escolares, puedan contribuir a la eficiencia energética general del edificio. “Debe actuarse en el ámbito del concepto de renaturalización de los mismos, incorporando tanto elementos de vegetación como de sombra, pavimentos de diferentes naturalezas y texturas, etc.”, comenta Ángela Barrios. En este sentido se está desarrollando el proyecto ‘Patios por el clima’, en el que participa el Colegio Sor Ángela de la Cruz de Sevilla. Este tipo de iniciativas permiten contribuir a mejorar la calidad ambiental de los centros y facilitan la utilización de los patios como espacios educativos, más allá de su uso durante los tiempos destinados al recreo.

Experiencias premiadas

La Universidad de Sevilla ha formado parte también de un proyecto del ámbito Interreg Sudoe, que favorece la cooperación  territorial y está financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).  Se trata de ClimACT. Su objetivo ha sido promover la transición hacia una economía baja en carbono en los centros escolares. A través de la gestión energética inteligente, las energías renovables y el cambio de conductas, ha mejorado la eficiencia energética de los edificios de los diez centros educativos de Andalucía que han participado en el proyecto.

Patio de un colegio de Olivares (Sevilla).

Los propios escolares han sido protagonistas en las investigaciones. La semana pasada, estudiantes de los institutos  Ítaca de Tomares e Ibn Jaldún de Dos Hermanas, recibieron el VII Premio Joven a la Cultura Científica que otorga el Ayuntamiento de Sevilla.  Les fue concedido en la modalidad de  ‘Premios a la Vocación Investigadora’, por el trabajo ‘Soluciones de gestión energética y medioambiental hacia una economía baja en carbono. Proyecto ClimACT’.

En estos centros se han realizado distintas investigaciones para determinar  cómo era su consumo energético. En el caso del IES Ítaca, por ejemplo, se han obtenido, entre otras conclusiones, que el mayor gasto de energía se produce por la utilización de los proyectores y pizarras digitales. Para paliarlo se puso en marcha la medida de apagarlos durante los cambios de hora y los recreos, por lo que en cada aula se ha calculado que el consumo se reduce en una hora.

Ser ecoeficientes

La eficiencia energética busca proteger el medio ambiente mediante la reducción de la intensidad energética y habituando al usuario a consumir lo necesario y no más. Las emisiones de CO2 que se envían a la atmósfera son cada vez mayores y, por ese motivo, la ecoeficiencia se ha convertido en una forma de cuidar al planeta.

La Guía Práctica de la Energía, publicada por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la energía,IDAE, señala que asumiendo sencillas pautas de conducta, todos y cada uno de los ciudadanos pueden contribuir a reducir sustancialmente su consumo de energía sin renunciar en absoluto al confort.  Entre las recomendaciones que se recogen se encuentran:  que la calefacción no supere los 21ºC en invierno y que la temperatura del aire acondicionado no sea inferior a los 26ºC en la misma estación; que se cierren ventanas y persianas por la noche para mejorar el aislamiento de la vivienda; vigilar el mantenimiento y limpieza de los aparatos de radiación; utilizar electrodomésticos de clase eficiente (A);  apagar los ordenadores completamente cuando se prevean ausencia prolongadas, superiores a 30 minutos, o apagar la pantalla en caso de periodos cortos.



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