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Demuestran la influencia de la memoria en la adaptación al frío

La investigadora de la Universidad de Jaén Clara Ortega ha formado parte de este trabajo, que trata de conocer cómo el cerebro es capaz de almacenar y gestionar información para actuar y tomar decisiones a partir de esa información. En concreto, pretende analizar si los engramas, conjuntos de células interconectadas que almacenan los recuerdos a largo plazo en el cerebro, codifican representaciones corporales, como experiencias de infección, inflamación, consumo de alimentos o dolor.

Fuente: Universidad de Jaén


Jaén |
07 de diciembre de 2025

La investigadora Ramón y Cajal del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén (UJA), Clara Ortega, ha formado parte de un pionero trabajo que demuestra la influencia de la memoria en la respuesta fisiológica de adaptación al frío. Su colaboración en este estudio tuvo lugar durante su etapa postdoctoral en el Trinity College Dublin (Irlanda), junto al principal responsable de la misma, Tomás Ryan.

La investigadora Ramón y Cajal de la UJA, Clara Ortega, en su laboratorio.

Dicha investigación trata de conocer cómo el cerebro es capaz de almacenar y gestionar información para actuar y tomar decisiones a partir de esa información. En concreto, pretende analizar si los engramas, conjuntos de células interconectadas que almacenan los recuerdos a largo plazo en el cerebro, codifican representaciones corporales, como experiencias de infección, inflamación, consumo de alimentos o dolor.

Uno de los objetivos de la investigación se centró en entender cómo el cerebro rige la adaptación del cuerpo a determinados ambientes. “En concreto, analizamos cómo el cerebro es capaz de generar memorias que, por sí solas, son capaces, cuando se activan, de provocar una respuesta fisiológica como es la adaptación a un contexto frío”, señala Clara Ortega.

En ese sentido, en esta investigación plantearon como hipótesis la formación de engramas en el cerebro para representaciones de temperatura, que ayudarían a un organismo a sobrevivir ante temperaturas cambiantes y extremas. “Este trabajo es muy interesante porque es la primera vez que tenemos una asociación directa entre la memoria y una respuesta fisiológica. Según el estudio realizado con ratones, sabemos que si activas una memoria que está asociada a un contexto frío, esa memoria ya es capaz de modificar el sistema fisiológico y la respuesta al frío para prepararte de cara a cuando vuelvas a ese contexto”, explica la investigadora del área de Fisiología de la UJA.

Los resultados de este trabajo, publicado en la prestigiosa revista Nature, indican que el cerebro es capaz de almacenar información referente a un contexto asociado con el frío. “Solo acordándonos de ese contexto y reactivando esa memoria, somos capaces de activar nuestro metabolismo y la respuesta termogénica”, subraya Clara Ortega, que especifica que en el estudio se ha comprobado este hecho tanto volviendo a exponer al animal a ese contexto frío, como activándolo artificialmente con una técnica denominada optogenética. “De ambas maneras, es capaz de preparar su organismo para responder a una bajada de temperatura, que es lo que el animal espera”, añade.

La aplicabilidad de esta novedad científica está ligada al tratamiento de diversos trastornos, en los que tanto la termorregulación como el metabolismo tienen su influencia como enfermedades relacionadas con la memoria o el cáncer.

Para continuar con esa labor investigadora, desde principios de este año, Clara Ortega cuenta con un contrato Ramón y Cajal en la Universidad de Jaén. Su finalidad es desarrollar una línea de investigación que pretende entender cómo el cerebro es capaz de decir qué información activar en cada momento. “Cuando almacenamos información, no sabemos qué mecanismos de señalización tiene el cerebro para activar unas memorias u otras. Avanzar en ese conocimiento puede contribuir a mejorar las terapias en temas relacionados con el Alzheimer, la demencia y otro tipo de patologías, que nos arrojen luz sobre por qué determinada información sigue presente en nuestro cerebro y no se reactiva, o por qué ha desaparecido”, concluye.


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