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Detectan concentraciones de plomo por encima de las recomendaciones nacionales e internacionales en un huerto urbano de Sevilla

Los investigadores argumentan que el espacio que hoy ocupan los huertos sirvió en el pasado como depósito de escombros, y muchos de ellos contenían pintura blanca en cuya composición se usaban productos con plomo, hoy en día prohibidos. Además, insisten en que si bien la contaminación es significativa, no debe cundir el pánico, pues la toxicidad en humanos por metales pesados requiere un consumo continuado durante un período largo de tiempo.

Fuente: CSIC Andalucía


Sevilla |
29 de marzo de 2019

Un equipo del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha detectado en un estudio que tanto en los suelos como en algunas verduras y legumbres obtenidas en el huerto urbano localizado dentro del Parque de Miraflores, en el Distrito Norte de la ciudad de Sevilla, está presente una concentración de plomo por encima del Nivel Genérico de Referencia (NGR) indicado por la Junta de Andalucía y también por normativas europeas. La investigación ha sido publicada en Biological Agriculture & Horticulture.

En este trabajo de investigación se han analizado lechugas de un huerto urbano.

Los cultivos analizados fueron los de lechuga y haba, ya que son bastante comunes en huertos urbanos de la provincia. El estudio, que abarcaba otros 3 huertos de la provincia, se realizó durante ocho meses del año 2016, con algunas ampliaciones en los años 2017 y 2018 incluyendo otras especies. En ese sentido apunta Rafael López, investigador del IRNAS y autor principal del estudio, que si en el decreto autonómico se estima como valor genérico de referencia máximo de concentración de plomo en suelo urbano los 275 miligramos por cada kilo de suelo, en promedio, las muestras de suelo de los huertos urbanos del Parque de Miraflores alcanzaron la concentración de 292 miligramos por kilo. Incluso, en una de las ocho parcelas analizadas la concentración de plomo llegó a los 400 miligramos por kilo y mayor aún en el subsuelo.

Añade López que además de la legislación andaluza, en la recomendación americana de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EEUU) ya se aconseja seguir estrategias para proteger la salud,especialmente de los más pequeños, en las concentraciones entre 100 y 400 miligramos de plomo por kilo de suelo. El análisis propiamente de las verduras y legumbres cultivadas en Miraflores también arrojó resultados por encima de los niveles establecidos, pero en esta ocasión por la normativa europea. Apunta el investigador que en el caso específico de las habas, la legislación europea establece un límite máximo de 0,10 miligramos de plomo por cada kilo de peso fresco de la legumbre, y en los estudios hechos en los cultivos de Miraflores, las habas mostraron una concentración promedio de 0,13 miligramos de plomo por kilo, contando en algunas muestras con valores de 0,51 miligramos por kilo. En el caso de las lechugas, el promedio de concentraciones de plomo no superó el límite máximo de referencia aunque también se superó en alguna muestra.

No obstante estas cifras, enfatiza el investigador que “la contaminación es significativa, pero no debe cundir el pánico. La toxicidad en humanos por metales pesados requiere que se produzca un consumo continuado de productos contaminados durante un período de tiempo largo”. Además, donde se han hallado concentraciones más altas de plomo es en el suelo y no tanto en los alimentos que finalmente se consumen. La explicación estaría en que la forma principal de llegada del plomo a las hortalizas es la deposición aérea más que la absorción a través de la raíz.

También han examinado legumbres como las habas.

Además, en este tipo de proyectos de huertos ecológicos se suele utilizar estiércol y compost como abono, estrategia que ha limitado la absorción de plomo por las plantas, y que en opinión del investigador se debe continuar. “Hay que tener en cuenta que se analizaron las vaina enteras, como se consumen guisadas en algunos lugares, y que en las semillas la concentración de plomo posiblemente será menor. Hay que remarcar que los niveles encontrados de contaminación por plomo no suponen ningún peligro para los usuarios del parque y las precauciones se refieren a los agricultores y consumidores de las hortalizas”, puntualizó López.

Antiguos escombros y pinturas

Además del huerto urbano del Parque de Miraflores, probablemente uno de los más emblemáticos de España, también se abordaron otras tres experiencias de huertos en Almensilla, Osuna y Utrera. Asimismo, además de las concentraciones de plomo, también se midieron las concentraciones de zinc y cobre y otros metales. Los valores promedios de concentración de metales pesados tanto en suelos como en plantas se mantuvieron por debajo de los límites de referencia, a excepción de Miraflores, donde se hallaron las concentraciones por encima antes referidas, sólo para el caso del plomo. Una de las explicaciones que baraja el equipo de investigación es que antiguamente el espacio que hoy ocupan los huertos sirvió como depósito de escombros, y muchos de esos restos podrían contener pintura blanca en cuya composición se usaban productos con plomo, hoy en día prohibidos. Esta circunstancia también explicaría por qué la distribución de la contaminación es heterogénea, mayor en algunas parcelas que en otras. “Sería necesario hacer un mapa de contaminación de todas las parcelas para conocer el grado en cada punto”, señaló López.

No obstante, aportan los especialistas recomendaciones para los agricultores de estas parcelas y los consumidores de sus productos, como por ejemplo desechar las hojas exteriores en el caso de lechugas y acelgas, o pelar bien hortalizas como las zanahorias y remolachas, además de la consabida  impieza con abundante agua de todos los géneros antes de su consumo. “En las parcelas que estuvieran más contaminadas podría cultivarse en parterres elevados y rellenos con suelo limpio. El uso de enmiendas alcalinas o la incorporación de una nueva capa de suelo no contaminado también podrían permitir que se siguiera manteniendo el cultivo. El uso de materiales de cubrición, especialmente en los períodos secos, limitaría el polvo y la deposición aérea”, concluyó López.


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