Estudian las migraciones de aves en el Estrecho de Gibraltar para situar de forma adecuada los parques eólicos
Investigadores de la Universidad de Málaga analizan el impacto del confinamiento en la fauna voladora, ya que ha coincidido con su viaje de regreso de un continente a otro. En concreto, los investigadores han analizado el comportamiento de vuelo de 73 milanos negros durante el cruce del estrecho de Gibraltar, en su camino hacia las zonas de invernada en el África subsahariana.
Fuente: Universidad de Málaga
Investigadores de la Universidad de Málaga lideran un estudio que analiza las migraciones de aves en el Estrecho de Gibraltar, con el fin de asesorar a administraciones y empresas de su trayectoria y patrones de movimiento de forma precisa, para la instalación de aerogeneradores de energía eléctrica en los emplazamientos que menos interfieran en los hábitos de estas especies voladoras.
Un trabajo desarrollado por un equipo científico multidisciplinar, que comenzó hace dos años, en busca de minimizar el daño ecológico que provocan los molinos a la fauna voladora, y que, coincidiendo con el periodo de confinamiento actual ante la pandemia de Covid-19, va a abordar el impacto del encierro en las aves planeadoras, ya que ha coincidido con su viaje de regreso de un continente a otro.
“Pensamos en la energía eólica como una fuente limpia aunque, por el momento, deja una huella en el medio ambiente”, afirma el profesor del departamento de Biología Animal de la Facultad de Ciencias de la UMA Antonio Román Muñoz, unos de los autores principales de este trabajo, que ha sido publicado por la revista científica ‘Journal of Animal Ecology’.
Así, los investigadores han analizado el comportamiento de vuelo de 73 milanos negros durante el cruce del estrecho de Gibraltar, en su camino hacia las zonas de invernada en el África subsahariana. “Hemos elegido estos ejemplares porque, gracias a su tamaño, pueden transportar con facilidad un GPS que hemos creado con el que poder analizar sus rutas”, explica el experto de la UMA.
Este dispositivo ha sido diseñado por el propio equipo científico y es uno de los más precisos a nivel mundial, ya que puede informar de la localización de cada uno de los ejemplares marcados en cada segundo, e incluso conocer con precisión cuántos aleteos necesitan las aves para realizar el recorrido.
Asimismo, para analizar la forma de volar se incorporó también un acelerómetro del mismo tipo que disponen los móviles con el que se cuentan los pasos que se da o giran la pantalla cuando se cambia de orientación. “Para nosotros era crucial saber cómo realizaban el recorrido, cómo planificaban su cruce en función de las condiciones ambientales, si planeaban, cuántas veces batían las alas por segundo y si había diferencias entre los ejemplares adultos y los juveniles”, señala Muñoz.
Una ruta estratégica
Gracias a este estudio han podido determinar el procedimiento del que se valen las aves para cruzar el estrecho que, según el investigador de la UMA, aunque se trata de una ruta con una distancia mínima de 14 kilómetros, raramente la usan, ya que son desplazados por los fuertes vientos que suele haber en la zona. “Hemos observado que los milanos se preparan para este trayecto de manera estratégica y no cruzan por instinto. Por ejemplo, los ejemplares adultos, que ya han cruzado anteriormente, lo hacen de una manera más eficaz, usando el viento reinante en el momento como una ayuda, mientras que los ejemplares jóvenes necesitan de varios intentos cuando cruzan en solitario o ir acompañados por adultos que los guían para hacerlo de manera adecuada”, aclara Román Muñoz, quien destaca que cruzar por este pequeño paso es crucial para estos animales.
“Hay que tener en cuenta que las corrientes térmicas de las que se benefician estas aves para desplazarse con un consumo energético reducido se generan únicamente sobre tierra, por lo que en mar abierto el vuelo resulta muy costoso y deben optimizar su esfuerzo, además de que no podrán descansar en este trayecto”, asegura el profesor. “Por esta razón tienden a elegir la zona más corta por la que poder realizar el viaje, que sería muy difícil si la distancia fuera mayor. Esta elección de rutas y momentos favorables sugiere un razonamiento cerebral complejo”, añade.
Un camino común para cambiar de continente
No solo los milanos utilizan este camino para cambiar de continente en las diferentes épocas del año. Este paso es utilizado por numerosas especies como cigüeñas, distintas aves rapaces y también murciélagos, de ahí la enorme importancia ecológica del entorno. Igualmente, la zona colindante de Tarifa es conocida por la abundancia de días con vientos fuertes, por lo que es una de las áreas con más estaciones eólicas y con mayor potencial para el desarrollo de esta energía, parques que, tal y como señala este experto, podrían interferir en los hábitos de las especies voladoras obligándolas a cambiar sus rutas, o haciendo más costosos, en términos energéticos, sus desplazamientos.
“Este estudio nos permite detectar puntos de uso muy frecuente por parte de las aves, con el fin de que esos emplazamientos no sean usados por los parques eólicos para instalar turbinas, ya que en un mismo parque eólico podemos encontrar aerogeneradores que provocan una elevada mortalidad cerca de algunos que son prácticamente inocuos. Contar en un parque con máquinas que provocan una afección a aves y quirópteros también supone un problema para las compañías energéticas, ya que se ven obligadas a contratar servicios de parada de máquinas”, afirma el profesor de la UMA.
El confinamiento, una oportunidad única de estudio
La situación de confinamiento provocada por la crisis sanitaria de Covid-19 ha coincidido con la migración de cientos de especies de un continente a otro y, en concreto, con el viaje que realizan los milanos desde sus zonas de invernada en África hasta sus zonas de reproducción en Escandinavia, por lo que estos científicos han puesto una mayor atención a las alteraciones que se puedan dar en este 2020, debido a la inesperada ausencia humana en el entorno.
“Este aislamiento nos va a ofrecer una oportunidad única para poder estudiar los comportamientos de los animales y será muy interesante”, comenta Antonio Román Muñoz, que sostiene que, hasta el momento, no se tiene conocimiento de que las aves perciban el entorno urbano al igual que los humanos, así que tendrán que investigar si hay algún cambio. “Todo lo que suceda será significativo, ya que han cambiado las condiciones de contaminación y ruido, entre otras, y esto podría conllevar a que modifiquen sus rutas ante la nueva situación”, concluye.
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