Señalan la frustración y automedicación emocional como inductores del inicio de la adicción al alcohol
Fuente: http://diariodigital.ujaen.es/node/49608
El grupo de investigación “Psicología comparada: aprendizaje, atención y memoria” de la Universidad de Jaén analiza en qué medida la automedicación puede ser un factor desencadenante de la conducta de consumo de alcohol y otras sustancias de abuso, como los ansiolíticos de prescripción médica, así como la influencia en el consumo de estas sustancias de la frustración o emoción de pérdida que se genera cuando un organismo pierde fuentes de recompensa que espera obtener.
El proyecto ‘Mañana lo dejo: automedicación emocional, cerebro y adicción’ pretende, por un lado, analizar la contribución de experiencias de pérdida de recompensa, inductoras de ansiedad o frustración, al desarrollo de autoadministración de sustancias ansiolíticas en ratas, y, por otro, determinar las regiones cerebrales que regulan la conducta de la automedicación emocional. “La automedicación podría ser uno de los factores determinantes en el inicio de la conducta adictiva. No obstante, se desconoce con precisión qué sustancias inducen automedicación y que áreas del cerebro son responsables de la misma, cuestiones cuya respuesta científica requiere del empleo de modelos animales del comportamiento humano”, señala Carmen Torres, investigadora del Departamento de Psicología de la UJA y responsable principal del proyecto.
Este grupo de investigación trabaja con dos cepas de ratas que expresan la frustración en diferentes medidas y consumen droga de forma espontánea en diferente grado. “La idea es observar si animales que están altamente frustrados pueden recurrir a las drogas para reducir ese estado emocional. En los humanos es algo que ocurre frecuentemente en momentos de estrés vinculados con experiencias de pérdida, como la muerte de un familiar, un divorcio o un despido laboral”, explica Carmen Torres.
La investigación psicológica avanza, en buena parte, gracias al empleo de modelos animales, que son modelos de conducta que reproducen en un laboratorio en condiciones controladas las conductas humanas que se quieren comprender. De esta manera, sobre la base de estudios previos con alcohol realizados en los laboratorios de la UJA, se establecieron las condiciones experimentales idóneas (animales, sustancias, dosis…etc.) para obtener un consumo voluntario significativo de ansiolíticos, incluyendo alcohol, en ratas Wistar. A través de esos parámetros, han desarrollado un modelo animal de frustración que acostumbra a una rata a recibir una recompensa todos los días, en concreto una solución azucarada. En su regreso a su jaula-hogar, la rata tiene dos botellas, una con agua y otra con alcohol o la disolución del ansiolítico. Tras diez días repitiendo el mismo proceso, se reduce notablemente la cantidad de azúcar de forma inesperada.
“A través de esa acción, generamos el sentimiento de frustración. Cuando vuelve a su jaula-hogar, la rata se encuentra de nuevo ante las dos botellas, de manera que puede elegir. Los días que no están frustradas, no beben más alcohol o ansiolíticos, pero cuando las frustramos observamos un aumento muy marcado del consumo de ambas sustancias. Parece ser que la frustración ha generado esa conducta como mecanismo para disminuir el estado emocional negativo”, indica Carmen Torres. “Tras unos días, cuando la rata se acomoda a esa disminución de azúcar, también baja el consumo de alcohol y ansiolíticos. Es un modelo de inicio de consumo, que podría estar reproduciendo algunas de las causas que inician el consumo de estas sustancias en seres humanos”, añade Carmen Torres.
Lo innovador del modelo animal desarrollado es que el ansiolítico no ha sido inyectado directamente a las ratas, como es habitual en otros experimentos de este tipo, sino que se ha expuesto a las ratas a una situación de consumo voluntario, reproduciendo el mismo patrón de consumo que en los seres humanos, con una pastilla por vía oral. Asimismo, se ha desechado el uso de fuentes de dolor físico o amenaza para inducir las emociones negativas, también típicas en estudios similares, como la presentación de descargas eléctricas a los animales, su inmovilización o la exposición a señales de amenaza, manipulaciones que se alejan de las situaciones cotidianas a las que se expone la sociedad humana. Además, han investigado en torno a manipulaciones que pueden bloquear o reducir la conducta de automedicación emocional, utilizando para ello procedimientos de inoculación contra la frustración, como el reforzamiento parcial.
El proyecto se encuentra en la última fase, cuyo objetivo es explorar las bases neuronales de la automedicación emocional, utilizando técnicas de microinfusión para inducir lesiones reversibles en áreas cerebrales específicas y selectivamente cuando las ratas son expuestas a situaciones de pérdida, con el fin de identificar los circuitos cerebrales que regulan esta conducta. De esta manera, se pretende, desde una perspectiva psicobiológica, identificar qué personas son especialmente vulnerables a este tipo de sustancias y desarrollar campañas de prevención personalizadas.
Algunos de los hallazgos del proyecto se han publicado en revistas científicas internacionales como ‘Pharmacology, Biochemistry and Behavior’ o ‘Neuroscience and Biobehavioral Reviews’. El proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se alargará hasta finales de 2017. En él, además de Carmen Torres, han participado los investigadores de la UJA, José Enrique Callejas-Aguilera, Rocío Donaire, Marta Sabariego y Lidia Manzo, así como otros investigadores nacionales e internacionales como Ignacio Morón, profesor Psicobiología de la Universidad de Granada, Mauricio R. Papini, investigador de la Texas Christian University (EE.UU), Perry N. Fuchs, de la University of Texas Arlington (EE.UU) o José L. Solano y Leonado A. Ortega de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz (Colombia).
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