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JOSÉ MARÍA DELGADO GARCÍA, DIRECTOR DE LA DIVISIÓN DE NEUROCIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE: «LA SOCIEDAD NO ASIMILA LO POCO QUE SE CONOCE SOBRE EL CEREBRO»


15 de abril de 2009

Fuente: Andalucía Investiga-Tamara Velázquez

José María Delgado, director de la División de Neurociencia y XIII Premio Maimónides(Pregunta-) La Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa atribuye a este galardón un carácter estimulador. Para un investigador con su trayectoria, ¿los premios continúan sirviendo de acicate?

(Respuesta-) Lo cierto es que no, tendría un efecto incentivador si lo dieran a la gente que empieza. En mi caso es más bien un reconocimiento.

(P-) ¿Cómo definiría la situación de la investigación en Andalucía?

(R-) El programa de los Proyectos de Excelencia ha ido muy bien porque se ha invertido más dinero en ciencia. A través de él se está apoyado a los grupos de excelencia que hay. Con esta iniciativa la comunidad ha hecho un esfuerzo grande. Lo único que pasa es que, aún así, en los laboratorios del tamaño del nuestro -que es muy grande en comparación con los que suele haber en España- hay que recurrir a proyectos nacionales, europeos y contratos con la industria. Es decir, sólo con financiación de la comunidad o sólo del Gobierno central no se podría tener un laboratorio así medianamente activo.

(P-) ¿La actividad investigadora se ve como una salida profesional atractiva por los universitarios?

(R-) No, porque la trayectoria de los investigadores ha ido cambiando con el tiempo. Hace unos años consistía en hacer la tesis, entrar en un centro preferentemente estadounidense -aunque luego se ha extendido a países europeos- y a su vuelta se incorporaban a la Universidad, en su mayoría; al Consejo superior de Investigaciones Científicas (CSIC), muy pocos; o a la industria. Ahora es muy difícil labrarse un futuro como investigador. A pesar de que se hace un esfuerzo por la reinserción y se trae a los becarios de los programas Ramón y Cajal y Juan de la Cierva.

(P-) ¿Cómo los alentaría para que continuaran investigando?

(R-) Para ser científico hay que tener ganas e ideas y es imprescindible estar en las condiciones adecuadas (como tener tiempo o contar con aparatos y medios necesarios). Motivarlos es difícil, porque decirles que trabajen en algo si después no van a tener un futuro en el que les van a pagar y van a desarrollar sus ideas, es difícil. Que se den estas circunstancias no depende de los propios científicos, sino de montar algún tipo de industria que absorba a estos profesionales o que colabore en la creación de puestos intermedios entre las universidades y la industrias. Esto depende del entorno. En Andalucía, una vía clara de explotación científica sería, por ejemplo, la industria agroalimentaria, porque ahora hay mucha tendencia a que la industria farmacéutica mire la alimentación como un modo de introducir productos químicos que puedan tener cierto efecto beneficioso para la salud. En Andalucía, donde la producción agrícola es abundante, podría ser una de las muchas líneas a explotar. Otras se pueden inventar y pensar desde el vacío, como se hizo en California, donde crearon toda la industria electrónica y surgió el Sylicom Valley.

(P-) Con respecto a su especialidad, el cerebro es el órgano del que más queda por descubrir…

(R-) Sobre él se sabe poco y la sociedad no asimila los conocimientos que existen. Se cree que su función es producir el comportamiento, la actividad mental y las ideas. Cuando dices eso, la gente no se cree que lo que piensa depende del cerebro. Su idea es que el cerebro «es una cosa y sus ideas van por otro lado». A pesar de que 100 años de investigación avalan esta afirmación, que no requiere un gran conocimiento, para la gente resulta difícil de asimilar y de ahí surgen muchos errores y conflictos culturales. Existen muchos debates que no se iniciarían si las personas conocieran todo lo que se sabe del cerebro. Una de las barbaridades que se han asumido es la idea de que la materia (el cerebro) es algo a desprestigiar y que lo que importa es el espíritu. Dicha idea es completamente errónea, porque eso del espíritu lo produce la propia materia del cerebro y claro, de ahí, surgen pensamientos contradictorios. Hay otras ideas que se publican en prensa a menudo y no son certeras. Entre ellas está eso de que se ha descubierto que el cerebro es más plástico de lo que se pensaba, algo absolutamente falso. Circula la leyenda urbana de que si tu cerebro tiene una mayor capacidad de adaptación, puede superar enfermedades; eso no es cierto. Otra idea recurrente es la que apunta a que el cerebro sólo se usa en un 10%. Ésta procede de cuando empezaron a hacer electroencefalogramas, hace más de un siglo. Había zonas del cerebro que tenían actividad eléctrica asociadas a acciones, a la visión, a la audición … Las que permanecían mudas por no relacionarse con nada mensurable se asociaron a que no se usaban. El cerebro funciona al 100%.

(P-) ¿Es acertada su comparación con un ordenador?

(R-) En absoluto. El cerebro nunca es como nada. Descartes lo comparaba con un sistema neumático, porque en su época se pusieron de moda los jardines en los que los surtidores de agua se manejaban mediante un sistema de presión neumática; y Cajal con una central telefónica, porque en sus respectivas épocas eran las maquinarias más sofisticadas. Una comparación acertada sería aquélla que lo asemeja a la célula. Cuando apareció la primera célula, hace tres millones de años, era una membrana que separaba un contenido pequeñísimo del mar inmenso en el que se encontraba. Las decisiones de la célula se toman desde dentro. El cerebro es lo mismo, decide desde dentro y tiene un mundo interior, cosa que no sucede con el ordenador. La diferencia fundamental entre un ordenador y una persona es que el ordenador no se cabrea, no se pone contento, ni triste, no le gusta ni le disgusta nada. El ordenador, en el fondo, es como una receta. Si compras un libro de recetas de cocina y escoges la del chocolate, por mucho que pongas el libro junto a la olla, el chocolate no se hace. Con el ordenador pasa lo mismo, tiene programas que tú activas; el cerebro, en cambio, activa sus propios programas internos, no necesita nadie de fuera que lo haga.

(P-) ¿Qué papel desempeña el cerebro en la definición de los gustos?

(R-) Los gustos están seleccionados por la evolución. El que te gusten las fresas, por ejemplo, se debe a que está dentro de la especie porque miles de años atrás algún precursor probó este fruto, le gustó y creyó que le venía bien. Hay otras cosas que son aprendidas, como ser de un equipo de fútbol. Las motivaciones también se aprenden, al igual que las matemáticas. La gente aprende a que le guste la música, leer o sólo ir de fiesta. La cultura es aprendida. Las normas morales, por supuesto, no son aprendidas, las impone la sociedad. No son innatas.

(P-) La memoria es el centro de muchas de sus investigaciones, ¿cómo explica que cada vez sea más débil?

(R-) Los memoria, probablemente, sea un mecanismo adaptativo con una función limitada. La de la especie humana es más difícil de entender que la de otros animales. Un gato no se acuerda de lo que no es relevante para la supervivencia de su especie; el hombre, en cambio, almacena mucha más información, pero con la edad se pierde.

(P-) ¿Qué hace que dejemos de recordar?

(R-) Eso no se sabe, en ello estamos trabajando. Es fácil entender que esto ocurra cuando una persona se hace mayor y su cerebro entra en un proceso de envejecimiento sin que tenga una enfermedad definida, mucho más si tiene una enfermedad neurológica. Lo que sucede es que se va alterando el cerebro y como la memoria de alguna manera está almacenada en él, se pierde. Lo único que pasa es que no se sabe cómo. Se tienen pistas sobre cuál puede ser el proceso de aprendizaje (qué moléculas están relacionadas, qué parte del cerebro son las implicadas…) pero de ahí a poderlo explicar de modo que la gente lo entienda como se puede hacer, por ejemplo, con un movimiento, es difícil. Para saber qué transformaciones se reflejan en el cerebro cuando se aprende, aún falta un poco.

(P-) ¿Hacia dónde se dirigen las investigaciones que desarrolla su grupo de investigación?

(R-) Queremos saber qué pasa por la cabeza de un ratón cuando descubre que apretando una palanquita de hierro cae una bolita de comida. Se trata de un mecanismo aprendizaje-memoria. Para registrar la actividad cerebral del animal in vivo diseñamos unos sensores, pues creíamos que los dispositivos que se utilizaban tiempo atrás, sólo permitían hacer investigaciones tarde y fuera de contexto. Éstas consistían en extraer un trocito de cerebro y estudiar, en un plato, el rastro que había quedado tras el aprendizaje, comparándolo con el de otro que no había aprendido nada.


Más información:

José María Delgado García
División de Neurociencias
Universidad Pablo de Olavide
Tel.: 954 34 93 74
Email: jmdelgar@upo.es


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