NO ES LO MISMO SI LO DICE UN COLEGA
Fuente: AndaluciaInvestiga.com – Luis Fernando Prieto
Los resultados de alumnos de primer curso mejoran si comparten las tutorías con compañeros
Básicamente se trata de organizar tutorías en las que el preceptor es un alumno de último curso de una titulación universitaria, o de doctorado, y en la que el tutelado es un alumno de primer curso del mismo grado. El tutor sigue las pautas recomendadas por los responsables de la investigación, se guía por un cuaderno de trabajo y participa en una sesión semanal de hora y media con el alumno para ayudarle en lo que necesite al objeto de mejorar su rendimiento.
En ambos roles, la entrada al programa es voluntaria y los tutores reciben una gratificación en forma de pases de usuario a servicios de la Universidad. «Los objetivos son: evitar el abandono de la carrera, mejorar las habilidades sociales a la hora de desenvolverse en grupos o integrarse, y enfocar los hábitos personales a una mejor organización y aprovechamiento del tiempo», comentó a modo de resumen preliminar el director del proyecto, José Luis Arco.
El tutor tratará de aconsejar a su alumno en función de unas variables basadas en las rutinas y hábitos personales de este último, condicionado por las respuestas que vaya recibiendo. Y todos los intercambios, avances y coyunturas que se produzcan durante el curso quedan anotados en un cuaderno de trabajo que servirá de registro y herramienta de seguimiento.
Las claves para el desarrollo de las sesiones y el éxito del mismo se basan en la búsqueda de una mejor organización y aprovechamiento del tiempo y los recursos, partiendo de la base de que el mensaje es transmitido por un igual, una persona que ha pasado por las mismas visicitudes y que ahora pone su experiencia al servicio de los demás. «Se demuestra que los alumnos de primer curso son más receptivos con alguien afín, con poca diferencia de edad y cercano en inquietudes o aficiones», continuó el profesor Arco.
Experiencia y orientación
Este método permite utilizar la veteranía del tutor, ayudar al profesor para hacer más fácil su labor y, sobre todo, lograr los grandes objetivos del proyecto: mejorar las tasas de rendimiento y productividad, así como disminuir el fracaso o el abandono universitario. Como en los mejores acuerdos, se puede decir que todas las partes salen beneficiadas. Fátima Vílchez fue una de las tutoras durante el curso pasado en Psicología y le pareció una ocasión perfecta «para compartir la experiencia con gente más joven y tomarlo como un inicio de la carrera profesional. Además, siempre he sido partidaria de la organización y planificación del
tiempo, y era la mejor manera de compartirlo».
Noemí Rodríguez participó como tutelada y define el proyecto como «el mejor método para orientar a alguien en los primeros pasos de una nueva etapa. Me apunté para no notar un cambio excesivo y me ha servido mucho. Aunque lo principal era el tema académico, también tocábamos otros asuntos de la Universidad y de la vida en general, que me hubiera sido más difícil tratar con un profesor, por ejemplo». En el primer curso para ambas después de las tutorías, la complicidad entre ellas es alta y mantienen un contacto frecuente.
Tras nueve años de investigación, varias modificaciones en las líneas maestras y el impulso obtenido a este proyecto tras la puesta en marcha del Espacio Europeo de Educación Superior, los resultados no pueden ser más positivos. «Hemos logrado enriquecer el rendimiento, notando las cotas más altas a final de curso, incluso después del verano, y hemos mejorado las tasas de éxito y abandono en las titulaciones en que hemos actuado», concluyó el profesor Arco.
El sistema se podría aplicar en toda Andalucía
Tras mucho tiempo aplicándose en Estados Unidos, los expertos creen que ha llegado el momento de implantar el Programa de Tutorías entre Compañeros en España. Así, se pretende trasladar la experiencia de la Universidad de Granada a otros centros académicos andaluces. El éxito ha sido importante e incluso sin ser un objetivo del proyecto también se han mejorado los niveles de satisfacción de los tutelados.
Por ello, se ha querido dar un paso más allá con respecto a otras investigaciones similares y basar los objetivos en materias de rendimiento. Y es que el nivel de agrado de tutores y tutelados es importante a la hora de afrontar esos retos. Al comienzo del proceso se establece un compromiso protocolario para dejar claras las condiciones de trabajo, los tutores reciben nueve horas de formación y se realiza una fase de emparejamiento en función de afinidades, edad y otras variables.
Se da la circunstancia de que suele haber más peticiones de alumnos de primer curso que de potenciales tutores. Además, periódicamente se organizan encuentros con los investigadores para ver si deben modificar algo y evaluar los resultados.
Más información
José Luis Arco
958 249 659
jlarco@ugr.es
Dpto. Psicología Evolutiva
Universidad de Granada
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