Un estudio revela que algunas especies pueden utilizar infraestructuras humanas para evitar la depredación
Fuente: Estación Biológica de Doñana - CSIC
Un equipo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Sevilla, ha revelado que algunas especies, como el chotacabras cuellirrojo, son capaces de utilizar caminos y cortafuegos como mecanismo de protección ante una fluctuación inesperada en la abundancia de depredadores. La investigación ha aparecido en el último número de Ecosphere, una de las revistas de la Ecological Society of America (ESA).
En opinión de Carlos Camacho, autor principal del trabajo, “el hecho de que algunos de los animales que habitan zonas humanizadas sean capaces de responder de forma tan rápida a cambios drásticos en la presión de los depredadores constituye un resultado esperanzador teniendo en cuenta la capacidad del ser humano para modificar cualquier hábitat en un tiempo récord”. El estudio ha sido el resultado de la observación, durante más de cincuenta jornadas nocturnas, de las interacciones entre zorros, conejos y chotacabras, tres de las especies que conviven en los “hábitats borde” que conforman los caminos del Espacio Natural de Doñana.
La vida en los “hábitats borde”
En Ecología, se conoce con el nombre de “hábitats borde” a las áreas de transición entre ambientes diferentes. Estas áreas pueden tener un origen natural o, por el contrario, surgir tras la construcción de ciertas infraestructuras humanas, como caminos sin asfaltar, cortafuegos o líneas ferroviarias. Estos bordes, ya sean naturales o artificiales, albergan especies propias de los distintos ambientes colindantes y, por ello, son particularmente ricos. El estudio resalta la riqueza de los bordes artificiales no sólo en cuanto a número de especies, sino también en relación a la cantidad y complejidad de relaciones que se establecen entre ellas.
La investigación explica que el chotacabras cuellirrojo utiliza los caminos y cortafuegos presentes en el Espacio Natural de Doñana como plataforma de caza para atrapar a los insectos de los que se alimenta. Estos caminos son al mismo tiempo utilizados por los zorros, que los emplean para desplazarse y marcar las fronteras de su territorio, y también por los conejos, en cuyos bordes excavan las madrigueras donde crían a sus gazapos.
Los conejos constituyen la principal presa del zorro; no obstante, cuando el conejo escasea, los chotacabras cuellirrojos se convierten en el alimento sustituto del depredador. El estudio demuestra que estas aves son capaces de reconocer que una mayor abundancia de zorros o una menor abundancia de conejos simbolizan un aumento en el riesgo de depredación, de tal forma que pueden ajustar su inversión en mecanismos de protección en función del nivel de amenaza al que se exponen en cada momento.
En los caminos en los que buscan insectos, los chotacabras suelen posarse sobre el suelo de modo que un arbusto de cierta talla proteja su expuesta retaguardia. La razón de este curioso comportamiento es que, mientas que los zorros pueden ser detectados fácilmente si se aproximan de frente o de lado, no resulta sencillo verlos si se acercan por la espalda. Para alimentarse de forma segura, los chotacabras utilizan como protección estas “plantas guardaespaldas”. El estudio demostró que cuando los chotacabras se sienten más amenazados por una mayor presencia de zorros, no sólo utilizan arbustos más altos, sino que también se posan más cerca de ellos, para estar así más reguardados ante un posible ataque del zorro. Gracias a su capacidad para modificar su comportamiento según la abundancia de depredadores, los chotacabras pueden seguir utilizando los caminos como lugares de alimentación minimizando los riesgos.
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