La campaña de anillamiento de aves de Doñana detecta que las migrantes transaharianas llegan con más grasa corporal
Según el control del paso posnupcial que cada año realiza la ICTS-Doñana en la estación de anillamiento de Manecorro, estas podrían estar parando menos tiempo en la zona.
Fuente: Comunicación CSIC Andalucía y Extremadura
La campaña de anillamiento que lleva a cabo el Equipo de Poblaciones de Aves dentro del Área de Monitorización Ambiental de la ICTS-Doñana (Infraestructura Científico-Técnica Singular de Doñana), Estación Biológica de Doñana – CSIC, ha detectado que las aves paseriformes que migran hacia África tropical atravesando el desierto del Sáhara llegan al Parque Nacional con más grasa corporal, lo que podría suponer que necesitan parar menos tiempo para acumular grasa.
Se trata de un cambio que se está detectando tras 31 años de campañas de anillamiento y que se ha observado de forma más señalada en los últimos tres o cuatro. José Luis Arroyo, del Equipo de Poblaciones de Aves y coordinador de la campaña, explica que parece haber una tendencia en la llegada de las aves: “La grasa corporal se mide de forma visual, observando ciertas zonas del ave en base a unos códigos predeterminados: desde 0 (nada de grasa) hasta 8 (cuerpo completamente cubierto de grasa). En el primer año de campaña en 1994, la grasa en promedio solo era de algo más de 2, sin embargo, el promedio de los últimos cuatro años, es de un punto y medio más”.
“Todos los migrantes necesitan acumular grasa corporal porque es el ‘combustible’ que utilizan para volar grandes distancias. Esa acumulación es un proceso costoso y solo se hace si se va a migrar. Hay algunas áreas geográficas, que se denominan de stopover, donde estas especies paran especialmente para acumular grasa, ya que disponen de buenas condiciones para la obtención de alimento en poco espacio de tiempo.
Tradicionalmente, Doñana ha sido una de estas áreas de stopover porque cumplía esas condiciones óptimas, además de estar muy cerca de la siguiente barrera que las aves encuentran, el Océano Atlántico, antes de seguir migrando hacia el sur”, señala Arroyo. Los transaharianos son los migrantes que pasan en primer lugar, entre el verano y el principio del otoño, a diferencia de los migrantes de corta distancia, que pasan el invierno en la cuenca mediterránea, en nuestro caso, en la península ibérica y en el norte de África. Las especies más comunes capturadas por la campaña de anillamiento son el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), la curruca mosquitera (Sylvia borin) y el mosquitero musical (Phylloscopus trochilus).
Según explica el técnico de la ICTS-Doñana, este hecho puede incidir en el paso de estas aves por Doñana de diversas formas: “Si antes este era un lugar de parada más o menos obligada para acumular grasa, ahora parte de esos migrantes de larga distancia podrían no necesitar parar aquí tanto tiempo porque ya han acumulado ese recurso en zonas situadas más al norte. Este hecho también implica una menor probabilidad de capturarlos”. Según los datos de la serie histórica, las aves migrantes de larga distancia o transaharianos son capturados cada vez en menor número en la campaña de anillamiento y, normalmente, este hecho se asocia a un descenso en las poblaciones de las especies más comunes a nivel europeo. Pero, además de ese descenso poblacional, una mayor cantidad de grasa corporal podría hacer que un número importante de individuos sobrevolara Doñana casi sin detenerse y ser poco detectados, ya que buena parte de ellos son migrantes nocturnos y pueden hacer vuelos de varios días seguidos. “Algunos, los menos, vienen desde zonas bastante lejanas, como la parte europea de Rusia, para invernar en el oeste de África; aunque la mayoría proviene del norte y el centro de Europa y las islas británicas”, remarca.
Relación entre temperatura y comida
La temperatura está directamente relacionada con la comida disponible. “Los paseriformes migratorios aguantan bien temperaturas relativamente bajas, si hay comida, pero esto no suele ser así. Buena parte de ellos son aves insectívoras y la disponibilidad de alimento baja si las condiciones no son buenas, por frío o con lluvia, cuando los insectos no están tan disponibles para ellos. De forma tradicional, en zonas del norte de la península ibérica o del centro y sur de Francia las condiciones meteorológicas durante la migración de estas aves eran menos favorables que las actuales, pero en ese área geográfica las buenas condiciones climatológicas del verano tienden a alargarse”, comenta José Luis Arroyo.
Esto podría explicar una parte de la bajada en las capturas desde el comienzo de la campaña de estas especies. Al no tener tanta necesidad de comer durante el día, buena parte de los individuos pasan su estancia descansando, con lo que reducen su movilidad por la zona y la posibilidad de ser capturados en la campaña de anillamiento.
En definitiva, el número de capturas de aves transaharianas ha disminuido. En este sentido, Arroyo explica que “son las que peor se adaptan a los cambios porque se van más lejos y no son capaces de acomodar sus calendarios vitales a las posibles modificaciones que podrían estar ocurriendo en las zonas de cría, a miles de kilómetros. Sin embargo, las que se quedan más cerca de sus áreas de reproducción durante el invierno, pueden anticipar su vuelta con mayor facilidad y son más adaptables a los cambios que encontrarían en las zonas en las que se reproducen”.
En los migrantes presaharianos o de corta distancia, la tendencia de mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) a lo largo de la serie histórica se mantiene estable, aunque se reducen las cifras de la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) y el petirrojo (Erithacus rubecula). En estas dos especies, que mantienen o aumentan sus poblaciones a nivel europeo, se podría estar produciendo el fenómeno de que parte de los ejemplares se queden durante la invernada más cerca de las zonas de reproducción, debido al atemperamiento del clima en latitudes más norteñas.
Datos de la campaña de anillamiento
Estas aves de pequeño tamaño son buenos indicadores de los cambios a nivel global ya que, al tener una vida corta, en pocas generaciones pueden apreciarse las posibles variaciones de sus ciclos vitales. Al vivir una media de entre tres y cinco años, hay nuevas generaciones cada poco tiempo.
José Luis Arroyo asegura que la campaña de anillamiento científico es la herramienta para saber qué ocurre a este grupo de aves: “Doñana es muy importante para muchas especies, entre ellas las aves paseriformes que, durante la época de migración, pueden llegar a pasar varios millones de individuos. Por ello, tenemos la responsabilidad de saber qué ocurre con ellas y las campañas de anillamiento científico son uno de los mejores métodos de seguimiento para detectar posibles tendencias o cambios a largo plazo. Somos las alarmas que se encienden cuando hay algo que cambia”.
“Si hablamos de biodiversidad, el número de especies es mayor que el de otros grupos que nos parecen muy importantes. Por ejemplo, nadie pone en duda que hay que hacer un seguimiento de las rapaces de Doñana, pero a los paseriformes, entre los cuales también hay algunas especies que tienen una tendencia desfavorable a nivel de conservación, no se les suele prestar tanta atención. Sin embargo, parte de ellos son aves comunes que tenemos en nuestros jardines y plazas”, señala.
Casi 92.000 capturas en 30 años
La estación de anillamiento de esfuerzo constante de Manecorro se instaló por primera vez en 1994 en la orilla sur de la marisma de El Rocío, en la esquina noroeste del Parque Nacional. Desde entonces, ha desarrollado su actividad en todas las temporadas durante el paso posnupcial de paseriformes y grupos asociados, con un total de 91.960 capturas, de las que 1.528 aves pertenecientes a 53 especies se realizaron en 2023.
Aunque el número de días de anillamiento puede variar de un año a otro, por ejemplo, por las condiciones meteorológicas, la campaña se hace siempre con una metodología similar para que los datos sean comparables a lo largo del tiempo. En concreto, en la campaña 2023 se produjo un ligero aumento del número medio de capturas diarias con respecto a la anterior temporada, de 29,4 a 31,2.
José Luis Arroyo ha participado en todas las campañas de anillamiento de paseriformes en el Parque Nacional de Doñana. En la primera de ellas como anillador voluntario y después como trabajador de la Estación Biológica, lleva la mayor parte de su vida laboral vinculado al Parque, donde comenzó como guía y educador ambiental. Ahora, desarrolla su labor junto a Rubén Rodríguez Olivares e Iván de la Hera, también anilladores, y el resto de miembros del Equipo de Poblaciones de Aves: Antonio Martínez, José Luis del Valle y Giulia Bastianelli.
En esta campaña también participan todos los años un gran número de personas voluntarias (más de un millar en estos 30 años de campaña) que ayudan en las tareas más habituales de la estación y reciben una formación que les ayuda a obtener el certificado de aptitud para el anillamiento científico de aves.
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