5 de diciembre, Día Mundial del Suelo
Diez curiosidades sobre el suelo
La capa fértil que recubre la superficie terrestre conmemora su Día Mundial. Este recurso no renovable celebra su efemérides para recordar la importancia de disponer de un suelo sano en todo el planeta y aboga por su gestión sostenible. En esta información podrás conocer diferentes aspectos sobre él, así como las principales acciones que podemos realizar para protegerlo y cuidarlo.
Fuente: Fundación Descubre
“Entre el cielo y el suelo hay algo…” arrancaba la canción de un conocido grupo pop de los 80. Nos admira el firmamento inalcanzable y, sin embargo, algo tan mundano que lo pisamos a diario, pasa más desapercibido.
Te contamos diez curiosidades sobre esta delgada capa de material que se encuentra en la superficie de la Tierra.
¿De qué está formado el suelo?
El suelo es la capa fértil que recubre la superficie terrestre y se compone de elementos sólidos, líquidos y gaseosos. Las partículas sólidas están formadas por minerales, restos orgánicos y microorganismos. Por su parte, los constituyentes líquidos y gaseosos se encuentran en los huecos internos (poros). La presencia e interacción de todos estos constituyentes hacen del suelo un sistema único y esencial para el desarrollo de la vida en los ecosistemas.
¿Cuántos tipos de suelo existen en el planeta?
Los paisajes bioclimáticos se caracterizan por el clima y el suelo. En climas muy fríos se desarrolla el permafrost, poco profundo y con horizontes permanentemente helados. En la Taiga, de clima frío y húmedo, aparecen suelos ácidos, en ocasiones muy lavados, con horizontes decolorados y empobrecidas en materia orgánica, hierro y nutrientes.
Los cambisoles son los suelos de las zonas templadas húmedas. Se caracterizan por contar con horizontes alterados ricos en arcilla y nutrientes. Por su parte, el clima mediterráneo cuenta con suelos muy antiguos, denominados suelos rojos, con series datadas en millones de años.
Los tropicales son los más evolucionados en el periodo de tiempo más corto. El clima húmedo y cálido, origina suelos muy alterados y lavados, de varios metros de espesor. Son frágiles, ya que la vegetación que soportan se retroalimenta de los restos orgánicos que ella misma genera. En el otro extremo, se encuentran los suelos arenosos de los desiertos cálidos, que permiten el desarrollo de abundante fauna refugiada en ellos.
¿Sabías que en el suelo habita el organismo vivo más grande conocido?
Una sola colonia de la seta Armillaria ostoyae pesa unas 100 toneladas y ocupa una superficie de unos 9 kilómetros cuadrados. Sin embargo, no es la única especie que habita en este ecosistema, ya que no hay ningún lugar de la naturaleza con una mayor concentración de especies que los suelos, donde se encuentran una cuarta parte de la biodiversidad del planeta. Muestra de ello es que un solo gramo puede albergar hasta 1.000 millones de bacterias pertenecientes a miles de grupos distintos, hasta 200 millones de hongos y una enorme variedad de gusanos (nemátodos y lombrices), ácaros (pequeños arácnidos) y otros artrópodos (un tipo de insectos). Para hacernos una idea, una taza de suelo puede contener tantos microorganismos como personas viven en la Tierra.
¿Sabías que el 95% de los alimentos viene del suelo?
Los suelos son fundamentales para la vegetación que se cultiva o se gestiona para producir alimentos, fibras, combustibles o productos medicinales. El 95% de nuestros alimentos viene de ellos. Unos suelos sanos son la base para la producción de alimentos saludables. Su gestión sostenible, como se hace en la Agricultura de Conservación, podría incrementar hasta un 58% la producción de alimentos.
¿Qué procesos se desarrollan en el suelo?
Los suelos y los organismos que viven en ellos ofrecen una multitud de servicios como la descomposición de residuos, liberación de nutrientes, la mejora de la estructura del suelo y la biodegradación de los pesticidas y otros productos químicos. Actúan como sumidero de las emisiones de gases de efecto invernadero y combaten plagas y patógenos de plantas transmitidos por el suelo, beneficiando a la salud humana y animal, incluida la digestión y la inmunidad. Por tanto, resulta importante mantener la diversidad genética y de especies de los organismos del suelo para seguir aportando estas funciones.
¿Qué relación hay entre el suelo y el CO2?
Alrededor del 85% de CO2 de nuestra atmósfera proviene de la acción de los microorganismos que se alimentan de la materia orgánica del suelo. A la vez, supone el mayor reservorio de carbono orgánico terrestre. Contiene alrededor de tres veces más carbono que la vegetación y dos veces más que el presente en la atmósfera, según datos de la FAO. Además, los suelos, junto con las plantas que crecen en él, capturan el 20 % de las emisiones globales de CO2 (secuestro de carbono).
¿Qué es el humus?
Los organismos del suelo actúan sobre la materia orgánica descomponiéndola y transformándola, generando sustancias muy fértiles que se denominan humus. Esta capa fértil desempeña funciones como la mejora de la estructura del suelo, ayuda a la aireación y la retención de agua y a la regulación del aporte de nutrientes a las plantas.
¿Sabías que 1 centímetro de suelo puede tardar en formarse entre 100 y 1.000 años?
Los suelos son un recurso no renovable, su conservación es esencial para la seguridad alimentaria, el mantenimiento de los ecosistemas y un futuro sostenible. Para comprobar los vulnerables que resultan, vamos a utilizar un símil. Supongamos que el planeta Tierra es una manzana. La cortamos en cuartos y tiramos tres. El cuarto que queda representa la tierra firme. El 50% de ella son desiertos, tierras polares o montañas, donde la temperatura es demasiado alta o demasiado baja y la altura excesiva para la agricultura y la ganadería. Cortemos el cuarto restante por la mitad. El 40% de lo que queda es suelo demasiado rocoso, escarpado, bajo, pobre o húmedo para sustentar la producción de alimentos.
Si cortamos esta parte, lo que nos queda es un trozo de manzana muy pequeño. Observemos por un momento su piel, que cubre y protege la superficie. Esta fina capa representa la cubierta superficial de la Tierra. Si la pelamos, nos haremos una idea de lo escasa que es la tierra fértil de la que dependemos para alimentar a toda nuestra población. Además, debe ‘competir’ con edificios, carreteras y vertederos y, por si esto fuera poco, es vulnerable a la contaminación y a los efectos del cambio climático. A menudo, el suelo sale perdiendo.
¿Sabías que un tercio de los suelos del planeta está degradado?
La erosión, salinización, compactación, acidificación, contaminación química y agotamiento de nutrientes son las principales causas de degradación del suelo. Un suelo evolucionado, que puede haber tardado en desarrollarse miles de años, podría ser degradado en profundidad tras pocos años de uso agrícola inadecuado. En estas circunstancias, su destrucción o erosión provocan desertificación.
Este proceso afecta hoy en día a un cuarto de la superficie total del globo. En el sur, el centro y el este de Europa, el 8 % del territorio —unos 14 millones de hectáreas— presenta actualmente alta sensibilidad a la desertificación. Esta cifra asciende a 40 millones de hectáreas si se tiene en cuenta también la superficie de sensibilidad moderada. Los países europeos más afectados son España, Portugal, el sur de Francia, Grecia y el sur de Italia.
¿Qué medidas se pueden acometer para proteger los suelos del planeta?
Se podrían resumir las acciones de conservación en:
- Prevenir y revertir su degradación.
- Practicar su gestión sostenible.
- Prevenir la contaminación.
- Evitar su sellado, es decir, el proceso por el cual queda cubierto de material impermeable como el asfalto o el hormigón.
- Combatir el cambio climático.
- Reducir la huella de carbono.
- Conservar e incrementar la cubierta vegetal.
- Promover el conocimiento y la recopilación de información sobre el estado de los suelos y su conservación a todos los niveles (mundial, nacional y regional).
- Detener el desperdicio de alimentos.
- Difundir y concienciar sobre la importancia de los suelos.
Fuentes: Agencia Europea de Medio Ambiente, CSIC, Departamento de Edafología y Química Agrícola-de la Universidad de Granada y FAO.
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