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EL REINA SOFÍA COMPRUEBA LA SUPERVIVENCIA DEL RIÑÓN DE DONANTES MAYORES DE 60 AÑOS MEDIANTE LA BIOPSIA PREIMPLANTE


31 de agosto de 2009

Fuente: AndaluciaInvestiga.com – Rafael Muñoz Fernández

 

Investigadores de los servicios de Nefrología y Anatomía Patológica del Hospital Reina Sofía de Córdoba han diseñado una nueva técnica por la que se puede obtener información de la vida útil de un órgano destinado a un trasplante y que proviene de un donante mayor de 60 años. Los científicos han observado que la supervivencia del órgano es equiparable a la de los donantes jóvenes cuando las lesiones en el riñón deL mayor son leves. Desde 1997, solamente se hacía el estudio histológico del injerto renal para asegurar que no tenia daño crónico.

 

En 2008, el 44% de los donantes de riñón tenía más de 60 años, según la doctora Navarro, debido en parte a la disminución de los accidentes de tráfico. Obligados por esta situación, los servicios de Nefrología y Anatomía del Hospital Reina Sofía quieren conocer la validez y éxito a largo plazo de estos posibles injertos también en personas de edad avanzada. Estos profesionales han plasmado esta información en un trabajo premiado en el XXXVII Congreso de la Sociedad Andaluza de Nefrología.

 

Los científicos del hospital cordobés han diseñado una nueva técnica por la que se puede obtener información de la vida útil de un órgano destinado a un trasplante y que proviene de un donante mayor de 60 años. Han observado que la supervivencia del órgano es equiparable a la de los donantes jóvenes cuando las lesiones en el riñón del mayor son leves. Desde 1997, solamente se hacía el estudio histológico del injerto renal para asegurar que no tenia daño crónico. “Nuestro estudio observa unos resultados muy buenos, de tal forma que podemos emplear donantes mayores con garantía de una buena supervivencia, siempre y cuando analicemos al microscopio (histológicamente) el riñón antes del implante”, afirma la doctora Navarro, nefróloga del hospital.

El equipo de la doctora Navarro en su lugar de trabajoEn órganos como el cardíaco no es posible el trasplante de donantes de esas edades, sin embargo, el hígado y el riñón sí lo permiten, advierte María Dolores Navarro. “Normalmente se desechaba el riñón porque se creía que la vida del mismo iba a ser corta. Ahora se analiza a través de biopsias antes del implante para cuantificar y medir el daño que presentan”, determinando si se pueden emplear los injertos renales con seguridad.

El propósito es conocer la severidad de las lesiones estructurales que muestran y establecer si los injertos renales de personas mayores o con factores de riesgo cardiovascular son viables. “Se valora según una puntuación de las lesiones vistas en la biopsia la vida media del riñón, es decir, en función de las lesiones histológicas encontradas”. Por tanto, si la valoración es inferior a cinco, la vida del riñón será el doble (más larga) que si fuera superior a esa cifra, aduce la doctora cordobesa.

Transcurso habitual

Así, siguiendo el proceso normal, una vez se dispone de varios candidatos con posibilidad de convertirse en donantes renales, se efectúa una extracción de suero de los receptores y se realiza una prueba cruzada o cross-match. En ella se enfrenta el suero con las células del donante. Si el resultado final arroja la muerte de éstas últimas, la prueba es positiva y contraindica el trasplante. Entonces, se realiza la biopsia, siempre en personas de más de 60 años, advierte la nefróloga.

Si la prueba es negativa se procederá a la intervención quirúrgica. En los momentos anteriores al trasplante, conocidos como proceso de alarma de trasplante, la meta es conseguir un tiempo de isquemia fría lo menor posible (tiempo que trascurre hasta el implante de un órgano), menor de 20 horas. “Vamos a contrarreloj”, insiste la doctora Navarro. Desde que llega el potencial donante se pone en marcha la conexión con el inmunólogo, que realizará la prueba de cross-match; se contacta con el patólogo de guardia para realizar biopsia renal preimplante si se trata de un donante mayor de 60 años; y con el urólogo, que realiza la intervención quirúrgica del trasplante renal.

Posteriormente se produce el trasplante, tratando de seguir unos criterios de semejanza en cuanto a edad y compatibilidad inmunológica, como en el resto de trasplantes de este órgano. De este modo, “podemos tener pacientes en lista de espera de mayor edad”.

Tratamiento posterior

Tras la intervención, el siguiente paso es la práctica de controles diarios de la función renal a través de la medición de creatinina y urea (moléculas de deshecho que son filtradas y eliminadas por la orina), y el aclaramiento de creatinina. Éstos son parámetros que marcan la capacidad de depuración del riñón. Además se realizan pruebas de imagen que descartan la presencia de complicaciones postrasplante.

Ya en el período de recuperación del paciente, durante la primera o segunda semana después del trasplante, lo habitual es que la creatinina baje. Por el contrario, si los parámetros de función renal se alteran, sin que haya ninguna causa que lo justifique, hay que someter al paciente a una biopsia renal, admite la experta en Nefrología del hospital cordobés. Con esta operación se valora si hay rechazo al órgano.

Actualmente, “en el centro cordobés se efectúan unos 50 trasplantes de riñón, ha habido una disminución de donantes motivada por la reducción de los accidentes y debida a que ahora los donantes suelen ser personas mayores fallecidas por accidente cerebro vascular (44%)”. Antes se hacían más de 65 trasplantes. Este estudio está motivado por el incremento de la edad media de los donantes de riñón, según la doctora cordobesa. 

 

Precedentes

En un estudio de trasplantes de riñón de donantes a partir de los setenta años, investigadores italianos hallaron que, luego de dos años, los riñones parecían estar funcionando tan bien como los de los donantes que tenían diez años menos. «El 93 por ciento de los riñones de donantes mayores de setenta y el 91 por ciento de los que tenían entre 60 y 69 tenían injertos -el órgano trasplantado- que continuaban funcionando dos años después del trasplante», señaló Giuseppe Remuzzi, coautor del estudio y director de investigación de los laboratorios Negri Bergamo del Instituto Mario Negri de investigación farmacológica de Bérgamo.

Los riñones más longevos tienen más probabilidades de tener estrechamiento de las arterias, lo que podría conducir a más complicaciones quirúrgicas. Además, si hubiera más complicaciones quirúrgicas, eso implicaría que el receptor necesitaría estar bajo los efectos de la anestesia por más tiempo, lo que aumentaría los riesgos. 

Descargue la imagen de esta información

 

La doctora Navarro junto a su equipo trabaja en el trasplante renal.

 

Más información:

 

María Dolores Navarro

Servicio de Nefrología

Hospital Reina Sofía

Córdoba

E-mail: lola.navarro@hotmail.es

 

Los resultados del estudio aparecieron en la edición del 2 de abril del New England Journal of Medicine.


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