Hallan restos de dos especies de ballenas desaparecidas en el Mediterráneo
Investigadores de la Universidad de Cádiz, coordinados por Darío Bernal-Casasola, catedrático en el departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la Universidad de Cádiz, han participado en un importante hallazgo que ha revelado la presencia en el mar Mediterráneo durante el período romano, hace unos 2.000 años, de dos especies de ballena actualmente ausentes de las costas europeas.
Fuente: Universidad de Cádiz
Investigadores de la Universidad de Cádiz, coordinados por Darío Bernal-Casasola, catedrático en el departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la Universidad de Cádiz, han participado en un importante hallazgo que ha revelado la presencia en el mar Mediterráneo durante el período romano, hace unos 2.000 años, de dos especies de ballena actualmente ausentes de las costas europeas. El estudio, realizado por un equipo internacional e interdisciplinar de ecólogos, arqueólogos y genetistas, se ha publico en la prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society of London B.
Es importante señalar que las especies encontradas son la ballena de los vascos (Eubalaena glacialis) y la ballena gris (Eschrichtius robustus). La primera ha sido extinguida casi por completo tras siglos de persecución, aunque en la actualidad todavía queda una población atlántica muy amenazada frente a las costas de Norteamérica. La segunda, ha desaparecido totalmente del océano Atlántico y actualmente, está restringida al Pacífico norte. Antes de este estudio, se desconocía que el mar Mediterráneo formara parte del área de distribución histórica de ambas especies.
La mayoría de los huesos fueron encontrados en el Estrecho de Gibraltar por el equipo de arqueólogos de la Universidad de Cádiz, dirigido por Darío Bernal-Casasola, coautor de este estudio. Ambas especies son migratorias y su presencia al este de Gibraltar indica que llegaban a entrar al mar Mediterráneo para reproducirse. La región de Gibraltar fue durante la época romana el centro de una importante industria de tratamiento pesquero, cuyos productos eran exportados por todo el Imperio Romano. Las ruinas de cientos de factorías con grandes tanques de salazón persisten todavía hoy en la región. “Los romanos fueron muy eficaces explotando los recursos marinos, incluyendo los grandes peces, como el atún rojo”, como explica el catedrático de la UCA, “de manera que empezamos a preguntamos si no pudieran llegar a explotar también las ballenas”.
El hallazgo de la ballena de los vascos y la gris en el entorno mediterráneo hace esta hipótesis plausible. De hecho, “los romanos no disponían de la tecnología necesaria para capturar los cachalotes y rorcuales actualmente presentes en el Mediterráneo, porque viven en alta mar”, como subraya Ana Rodrigues, investigadora del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) y autora principal del estudio. No obstante, “la ballena gris y sus ballenatos pueden acercarse mucho a la costa, hasta ser visibles desde tierra y podrían llegar a ser unas presas tentadoras para los pescadores locales”. Ambas especies podrían haber sido capturadas usando pequeños botes de remos y arpones, como los balleneros vascos hicieron durante la Edad Media.
Nuevas técnicas moleculares para la identificación
La identificación segura de la mayor parte de los huesos fue posible gracias a nuevas técnicas moleculares basadas en el código de barras de ADN antiguo y la huella dactilar de colágeno. “En contra de lo que cabría imaginar, los restos de ballena son a menudo desatendidas en los estudios arqueológicos porque sus huesos suelen estar demasiado fragmentados para poder ser identificados morfológicamente”, como señala la también coautora de este trabajo, Camilla Speller, arqueóloga y genetista de la Universidad de York. “De manera que, estas nuevas herramientas moleculares nos abren una nueva ventana al pasado de los ecosistemas”.
Estas nuevas técnicas confirmaron también la existencia de una escápula de ballena gris en un poblado prerromano costero de Asturias. Según otro de los coautores de este estudio, Carlos Nores, profesor honorario de la Universidad de Oviedo: “la aparición de este hueso con signos de haber sido descarnado, en un entorno muy adecuado para la captura de este cetáceo, hace suponer que los territorios de cría de esta especie podrían ser similares a los de la ballena de los vascos y que pudiese tratarse del embrión de la industria ballenera desarrollada en la costa cantábrica durante la Edad Media”.
El conocimiento aportado sobre las ballenas costeras que habitaron el Mediterráneo proporciona una nueva forma de ver las fuentes históricas. De hecho, “podemos, finalmente, comprender adecuadamente las palabras del naturalista del siglo I, Plinio el Viejo, cuando describía a las orcas atacando a una ballena y a su cría recién nacida en la Bahía de Cádiz”, como indica Anne Charpentier, profesora titular de la Universidad de Montpellier y también coautora del estudio. “No se puede comparar con nada de lo que hoy podríamos ver, pero se ajusta perfectamente con lo que sabemos de la ballena gris y la de los vascos”, insiste.
Los autores de este trabajo aconsejan a historiadores y arqueólogos que reexaminen su material a la luz de los nuevos conocimientos sobre las ballenas costeras cuando formaban parte del ecosistema marino mediterráneo y que consideren la posible existencia de una industria ballenera romana. Y, es que “parece increíble que hayamos perdido y olvidado dos grandes ballenas en una región tan bien conocida como es el Mediterráneo”, como sostiene Rodrigues, quien añade que “una se pregunta cuántas cosas habremos olvidado”.
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El hallazgo se produjo casualmente tras una exhaustiva campaña de muestreo de mosquitos en casi 500 puntos en las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. Por ello, la nueva especie, que se diferencia de otras similares por su tamaño y morfología, ha sido nombrada como Lipoptena andaluciensis, en honor a su lugar de captura. De todos los ejemplares analizados, tres albergaron patógenos de interés sanitario como Coxiella burnetti y dos bacterias endosimbiontes.
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