Un estudio advierte de la incertidumbre de las mujeres embarazadas y lactantes ante los riesgos alimentarios
Investigadores de la Universidad de Granada advierten de que la información que reciben las mujeres es a menudo muy compleja, y muestra la necesidad de que las instituciones sanitarias y académicas les proporcionen una información estructurada, clara, y basada exclusivamente en evidencias científicas.
Fuente: Universidad de Granada
Un estudio en el que participa la Universidad de Granada (UGR) ha evidenciado que las mujeres embarazadas y lactantes tienen muchas incertidumbres en relación al riesgo alimentario y los contaminantes químicos presentes en los alimentos.
El trabajo, que publica la revista científica Appetite, muestra la necesidad de que las instituciones sanitarias y académicas les proporcionen una información estructurada, clara, y basada en evidencias científicas.
El embarazo y lactancia son periodos del ciclo vital de las mujeres donde experimentan una especial preocupación sobre la posible repercusión de su estilo de vida en la salud del bebé. En estos períodos, la alimentación deviene un tema central vinculado a su salud, en un contexto marcado por el proceso de medicalización de la alimentación, que además es una fuente de exposición a contaminantes ambientales potencialmente nocivos para la madre y el bebé, como plaguicidas, metales o contaminantes industriales.
En este trabajo, el equipo de la UGR investigó las actitudes de las mujeres embarazadas y lactantes en relación al riesgo alimentario y los contaminantes químicos presentes en los alimentos. Para ello llevaron a cabo un proyecto de investigación coordinado por la Universidad de Barcelona (UB), y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, en el que participó un equipo de marcado carácter multidisciplinar, que incluía a investigadores con diferentes especialidades, como la antropología, epidemiología, psiquiatría, psicología, enfermería, o filosofía, de diversas instituciones de reconocido prestigio como las propias UGR y UB, el Instituto de Investigación Biosanitaria ibs.GRANADA, la Universidad Rovira i Virgili y las Áreas Sanitarias Norte Málaga-Antequera y Norte de Almería del Servicio Andaluz de Salud.
El estudio fue realizado en mujeres embarazadas y lactantes residentes en Barcelona, Tarragona, Almería y Granada. Gracias a diversas técnicas de investigación cualitativa, los científicos pudieron evidenciar que las mujeres presentan un elevado grado de preocupación causada por la gran cantidad de información, a veces contradictoria, que reciben.
“De esta manera, un mismo alimento puede generar más o menos desconfianza en función de sus características y de cómo éste ha sido producido, manipulado, distribuido o dónde ha sido adquirido”, explica uno de los autores del artículo, Juan Pedro Arrebola, investigador del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Granada.
Asimismo, hay que considerar que un mismo alimento puede tener a la vez cualidades positivas y negativas o puede tener diferentes significados en un mismo contexto. Esto conlleva a una complejidad de respuestas al respecto, debido a que las madres están sumergidas, además, en un mundo cotidiano en el que convergen las informaciones de los médicos, de los medios de comunicación, las opciones ideológicas de consumo alimentario y los discursos tradicionales.
¿El atún es bueno o malo?
“Por ejemplo, algunas madres defienden que el envasado evita la contaminación microbiana y hace que los alimentos sean más seguros para ellas y sus bebés, mientras que otras recelan de los envases por la posibilidad de que estos cedan sustancias químicas n
ocivas a los alimentos, particularmente los plásticos y latas de conserva. Otra dualidad se observa en relación al consumo de atún y otros pescados grandes, que unas perciben como algo muy positivo por su contenido en ácidos grasos omega-3, que podrían favorecer el desarrollo infantil, pero, por otro lado, otras temen que los niveles elevados de mercurio de estos pescados puedan influir negativamente sobre el bebé”, destaca Arrebola.
En general, las mujeres mostraron más confianza ante los alimentos descritos como frescos, naturales, ecológicos, integrales, de temporada, de proximidad, de huerto, caseros, artesanos o lavados. Por otro lado, los alimentos procesados, industriales, precocinados, preparados, envasados, enlatados, fritos o de fuera de la Unión Europea, generaron mayor rechazo, ya que los asociaban a baja calidad y riesgo para la salud, aunque gran parte de ellas reconocieron consumirlos habitualmente.
Este trabajo ha supuesto un paso muy importante dentro de la línea principal del grupo de investigación de la UGR y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, enfocada al estudio de la influencia del medio ambiente sobre la salud humana, desde un punto de vista holístico y con una propuesta metodológica mixta, que incluye técnicas cualitativas y cuantitativas.
“De hecho, los resultados de este estudio nos ayudaron a identificar necesidades de información y editar unas guías de información para mujeres embarazadas y lactantes, que proporcionan unas pautas sencillas para disminuir la exposición a sustancias tóxicas, y que están disponibles para libre descarga a través de la web de nuestro grupo de investigación (http://www.ub.edu/toxicbody/es/guia/)”, destaca el investigador de la UGR.
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