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Analizan la relación de bacterias con residuos plásticos agrícolas para combatir su impacto en el campo

Científicos del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba han diseñado una metodología para analizar por separado los microorganismos que habitan sobre los fragmentos de acolchados plásticos que cubren el suelo en la agricultura intensiva y los que viven en las partículas de tierra que se quedan adheridas. El trabajo podría ayudar a identificar bacterias capaces de degradar este material y contribuir así a la búsqueda de soluciones biológicas para combatir su acumulación en el campo.

Fuente: Fundación Descubre


Córdoba |
05 de mayo de 2025

Un equipo de investigación del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba (IAS-CSIC) ha desarrollado un método para estudiar con mayor precisión cómo interactúan ciertas bacterias con residuos plásticos agrícolas. Por primera vez han diferenciado las comunidades microbianas que viven directamente sobre este material, que han denominado plano plástico o plastiplano, de las que crecen en el suelo que se queda pegado, la plastisfera. El avance sienta las bases para entender mejor el impacto de estos restos en los ecosistemas terrestres y abre la puerta a identificar microorganismos capaces de degradarlo.

Desechos de plásticos en suelo agrícola de Baza.

Además, este trabajo podría ser útil en el diseño de estrategias para descomponer estos desechos de forma más eficaz y sostenible, lo que se conoce como biorremediación. “Cuando se habla de polución plástica, principalmente pensamos en ambientes como mares o ríos, y apenas se pone el foco en los suelos, donde también existe una contaminación importante”, destaca a la Fundación Descubre Giovana Macan, investigadora del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba y autora del estudio.

Otra novedad frente a investigaciones previas fue la recopilación de muestras de plástico convencional reales, fabricado a partir de polietileno, un material también presente en multitud de objetos de uso diario, como bolsas, envases o tapones. Los fragmentos procedían de varios campos de Baza (Granada), una zona caracterizada por la práctica de la agricultura hortícola intensiva, en la que es habitual el uso de acolchado plástico. Este tipo de lámina cubre el suelo para retener la humedad, controlar la temperatura y las malas hierbas, aumentando así el rendimiento de los cultivos.

Ejemplos de bacterias aisladas.

Sin embargo, las lonas se fragmentan con el tiempo, generando tanto restos visibles o macroplásticos, como otras partículas menores de cinco milímetros conocidas como microplásticos. Estos se acumulan en el suelo y son difíciles de retirar, de ahí que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lo considere como uno de los contaminantes más preocupantes del siglo XXI, no sólo por su persistencia, sino por su omnipresencia ambiental, al detectarse en ecosistemas terrestres, acuáticos, alimentos e incluso organismos vivos como el propio cuerpo humano.

Plastisfera y plastiplano

El IAS-CSIC comenzó a trabajar esta problemática con la red de formación SOPLAS, que cubre 14 proyectos de doctorado de jóvenes europeos para estudiar la interacción del plástico en el suelo agrícola, cada uno con técnicas y objetivos diferentes, pero con acciones de cooperación mutua. A su amparo se presentó otro trabajo en este centro que rastreaba por primera vez la propagación del plástico durante la labranza.

Ahora, en el estudio titulado ‘Unravelling the plastisphere-soil and plasticplane microbiome of plastic mulch residues in agricultural soils’ y publicado en la revista Applied Soil Ecology, los expertos han desarrollado un protocolo para separar dos zonas en las muestras recogidas: la superficie directa del material, que han denominado plastiplano, y la que se queda con restos de tierra pegada, la plastisfera.

Blanca Landa, doctora del IAS e investigadora principal del estudio.

Esta distinción es clave, ya que ambos compartimentos presentan condiciones diferentes y pueden albergar familias bacterianas distintas. “Hemos extrapolado dos conceptos de microbiología: el rizoplano, que corresponde a la superficie de la raíz, donde habita una comunidad microbiana más especializada, y la rizosfera, que incluye el suelo que la rodea y está bajo su influencia, diferente del resto del terreno, lo que favorece el crecimiento de ciertos microorganismos”, matiza la doctora del IAS Blanca Landa, investigadora principal del estudio.

El equipo diseñó una metodología basada en lavados secuenciales, para extraer la tierra más adherida, y sonicación, una técnica que usa ondas ultrasónicas para desprender los microorganismos pegados directamente a la superficie del plástico. Con microscopios ópticos y de barrido electrónico, que permiten ver partículas muy pequeñas, comprobaron visualmente que ambas fracciones se habían separado correctamente.

Giovana Macan, investigadora del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba y autora del estudio.

Para el análisis posterior combinaron técnicas de cultivo tradicional con secuenciación genética de alto rendimiento, que analiza directamente el ADN para conocer la composición completa de la comunidad microbiana. Los resultados mostraron que la plastisfera contenía mayor riqueza de bacterias, pero que el plastiplano también albergaba una comunidad específica, con algunos géneros presentes en ambos compartimentos. Entre ellos algunos ya descritos como potenciales degradadores de este material contaminante.

Futuras aplicaciones

Además de identificar las bacterias presentes, los científicos aislaron algunos ejemplares de interés en futuras investigaciones sobre biorremediación. “Si esos microorganismos sobreviven en la superficie del plástico es muy probable que lo estén utilizando como fuente nutritiva. De confirmarse, podríamos cultivarlos en laboratorio sobre distintos soportes plásticos y observar si son capaces de descomponerlos parcial o totalmente”, plantea Macan.

Muestras plásticas tras el lavado secuencial utilizadas para la secuenciación de alto rendimiento.

Al estar basada en muestras reales, la metodología puede adaptarse a otros tipos de materiales o condiciones agrícolas. De hecho, el equipo la ha aplicado en estudios posteriores con fragmentos procedentes de campos de cultivo de arándanos en Huelva, y otros plásticos biodegradables experimentales que están desarrollando en el Instituto Hortofrutícola de la Mayora (Málaga), a partir de celulosa o residuos de tomate.

Este trabajo ha sido financiado con fondos europeos del proyecto SOPLAS, enmarcado dentro de las acciones Marie Skłodowska-Curie del programa Horizonte 2020, y la colaboración de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, a través del programa Qualifica.

Reportaje: ¿Cómo interactúan las bacterias con los residuos plásticos agrícolas?

Referencias

Giovana Prado Fortuna Macan, Manuel Anguita Maeso, Concepción Olivares García, Quynh Nhu Phan Le, Crispin Halsall, Blanca B. Landa. ‘Unravelling the plastisphere-soil and plasticplane microbiome of plastic mulch residues in agricultural soils’, Applied Soil Ecology. Febrero 2025.

Más información:

#CienciaDirecta, agencia de noticias de ciencia andaluza, impulsada por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología-Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Teléfono: 663 920 093

E-mail: comunicacion@fundaciondescubre.es



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