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Un legado de responsabilidad ambiental

Día Marítimo Mundial: rumbo hacia la sostenibilidad

La celebración del Día Marítimo Mundial se utiliza como herramienta para concienciar a la sociedad sobre la importancia de cuidar los mares y océanos. Este evento anual recuerda la necesidad de regular y mejorar prácticas como el transporte marítimo, la pesca industrial o la minería, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. La celebración llama a la acción colectiva para garantizar la protección y sostenibilidad de los ecosistemas marinos, un recurso invaluable para el futuro de nuestro planeta.

Fuente: Asesoría Científica del investigador Juan Moreno Gutiérrez / CASEM - Escuela de Ingenierías Marinas, Náutica y Radioelectrónica de la Universidad de Cádiz

Agenda 2030 , contaminación , dia internacional , ecosistema marino , gases de efecto invernadero , ODS , responsabilidad ambiental , sostenibilidad


Cádiz, Huelva, Málaga |
28 de septiembre de 2023

El impacto de la actividad humana en la contaminación de los ecosistemas marinos y la búsqueda de soluciones ante esta problemática, ha sido objeto de estudio por parte de la comunidad científica. En Andalucía, esta cuestión cobra relevancia al tratarse de una comunidad autónoma con una extensa línea costera, con más de 850 kilómetros, y un relevante sistema portuario. Para poner el foco en la importancia del transporte y sus consecuencias, se celebra El Día Marítimo Mundial (World Maritime Day), impulsado por la Organización Internacional Marítima (OMI) de las Naciones Unidas, que se conmemora en todo el mundo el último jueves de septiembre.

Buque

Imagen de Freddy en Pixabay.

¿Alguna vez te has preguntado qué sería del ser humano sin la regulación de esta práctica? El transporte marítimo es una de las industrias más grandes para la economía global. Solo en el año 2021 se transportaron cerca de 11.000 millones de toneladas de mercancías, según lo indicado en el informe 2022 de las Naciones Unidas sobre el transporte marítimo. La falta de control por parte de un organismo especializado sería potencialmente perjudicial para el ser humano y el medio ambiente.

Seguridad y cuidado marítimo: un enfoque global

Desde la antigüedad, las rutas marítimas han sido la principal vía de movimiento y comercio de bienes utilizadas por el ser humano a escala global. En el siglo XIX empezaron a elaborarse una serie de tratados internacionales que avivaron la esperanza por parte de algunos países de crear una organización internacional y permanente que regulase el transporte y la seguridad en el mar. Sin embargo, no fue hasta octubre de 1945, con la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tras finalizar la II Guerra Mundial, cuando el sueño se hizo tangible.

Posteriormente, en 1958 nació la Organización Marítima Internacional (OMI). Su función era asesorar a la ONU en asuntos marítimos. Actualmente, la OMI cuenta con 171 Estados Miembros y 3 Miembros Asociados y es la responsable de la seguridad en el mar, la eficacia de la navegación, el control y la prevención de la contaminación ocasionada por los buques. Este es uno de los motivos por los que se celebra el Día Marítimo Mundial, que acontece cada año el último jueves de septiembre.

Con el lema escogido para el Día Marítimo Mundial 2023 «50 años del MARPOL. Nuestro compromiso continúa», se conmemora el 50º aniversario del Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques (MARPOL), ya sea desencadenada por la propia actividad de los mismos o por un accidente. Este día, que se celebra anualmente desde 1980,  va en consonancia con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Especialmente, con los que tratan sobre energía, acción por el clima y océanos.

El impacto del transporte marítimo

Más del 80% del transporte mundial de mercancías se realiza vía marítima. En el Informe Medioambiental sobre el Transporte Marítimo en Europa publicado en 2021 por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) y la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM), el ranking de los gases de efecto invernadero derivados del transporte en 2018 queda de la siguiente forma:

  1. Tierra: 71%
  2. Aire: 14,4 %
  3. Buques: 13,5%

En estos datos se refleja el esfuerzo realizado en los últimos años con la aplicación de políticas internacionales que buscan reducir los contaminantes atmosféricos derivados de los buques. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para lograr un transporte marítimo sostenible que garantice la salud del ecosistema marino y de la propia sociedad.

Con el objetivo de abordar esta problemática, algunos equipos de científicos de Andalucía están desarrollando investigaciones relacionadas. Un ejemplo es el proyecto ECCoSHIP, desarrollado por el doctor de la Universidad de Huelva, Juan Pérez, cuyo objetivo es ofrecer información valiosa a empresas navieras sobre cómo optimizar la eficiencia energética en la red eléctrica de embarcaciones. Esto se llevará a cabo mediante la implementación de sistemas de aprovechamiento de calor, que en base a las estimaciones del estudio, se traduciría en una disminución significativa en el consumo de combustible.

Otro de los más recientes es el estudio liderado por los doctores e investigadores del grupo ‘Eficiencia energética en el transporte marítimo’ de la Universidad de Cádiz, Vanesa Durán y Juan Moreno. Tras comparar el escenario actual con una hipotética situación futura, su estudio refleja que la carga de contaminación atmosférica se reduciría notablemente en el mar mediterráneo si se declarase el Estrecho de Gibraltar como Zona de Control de Emisiones (ECA). Estas son áreas en las que se aplica un control exhaustivo sobre los gases emitidos por los buques, y fundamentalmente sobre el contenido de Azufre de los combustibles empleados en los motores térmicos. Estas medidas ayudarían a reducir la contaminación atmosférica y con ella, sus efectos en la flora y la fauna marina, así como los fallecimientos derivados, ya que según revela un estudio reciente de ISGlobal, más de las 10.000 muertes asociadas a PM2,5, partículas respirables de menos de 2,5 micras, vienen del transporte marítimo.

Este grupo de investigación ya desarrolló con anterioridad un nuevo modelo de cálculo de emisiones llamado SENEM, por sus siglas en inglés ‘Ship´s Energy Efficiency Model’. El sistema está preparado para ser instalado a bordo de cualquier tipo de barco y, como novedad, incorporó nuevos indicadores como el rendimiento del sistema de propulsión, el estado de mantenimiento de los motores o las condiciones meteorológicas del mar y el aire.

Estudios del impacto de la COVID-19 en la salud del mar

El modelo SENEM también fue utilizado en otra investigación de este grupo para calcular el impacto de la pandemia por covid-19 en el tráfico del Mar Mediterráneo. El estudio demostró que durante los meses de confinamiento, el tráfico marítimo en este límite geográfico se redujo de forma significativa, concretamente un 62,2% en abril de 2020 respecto al mismo mes del año anterior. Esta situación, provocó una bajada del 12% de las emisiones de efecto invernadero en la Bahía de Algeciras.

Sin embargo, ese periodo de menor actividad no solo trajo consigo beneficios, ya que han sido muchos los residuos derivados de la pandemia, como mascarillas o equipos de protección individual (EPI), encontrados en mares y océanos, lo que ha dado pie a investigaciones como RECOMAR.  El proyecto, en el que colaboran el Campus de Excelencia Internacional del Mar (CEI·MAR) y el Campus de Excelencia Internacional CEI BioTic de la Universidad de Granada, estudia el impacto de la COVID-19 en la fabricación de residuos y sus efectos negativos sobre el ecosistema marino, con el fin de identificar las mejores medidas para revertir la situación.

También con la intención de alcanzar una investigación marina más óptima que permita un aprovechamiento más sostenible de los recursos del mar, han surgido estudios como el de la Universidad de Cádiz, en el que un grupo de científicos trabajan en el desarrollo y mejora de vehículos marinos autónomos, que tienen algunas ventajas respecto a los buques de inspección tradicionales, para facilitar los trabajos de observación en el mar.

La degradación del ecosistema marino y su llamado a la regulación

Los problemas derivados de la contaminación atmosférica por las emisiones de los buques no son los únicos que afectan al medio marino. Una muestra de ello se percibe en un estudio reciente que alerta sobre la degradación del ecosistema marino y la pérdida de biodiversidad en el sur de España. Las consecuencias más inmediatas son la disminución de los servicios de abastecimiento, como los alimentos o las medicinas, además de afectar directamente en la regulación y consecuencias del cambio climático.

Los problemas relacionados con la degradación de los hábitats acuáticos no pasaron desapercibidos para la ONU, que en marzo de 2023 reunió la firma de sus 193 estados miembros en un acuerdo histórico para proteger la conservación de alta mar. Con este pacto se podrá avanzar en el cumplimiento de las metas propuestas en la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP15) de cara al 2030. Evitar la extinción de especies amenazadas por la actividad humana es uno de estos objetivos, ya que entre el 15 y el 37% de especies que habitan en la Tierra podrían extinguirse de aquí al 2050 debido al cambio climático.

Otro de los propósitos de la ONU es minimizar el impacto de este sobre la biodiversidad de mares y océanos. En esta línea, el proyecto INDALO, enmarcado en la iniciativa LifeWatch-ERIC, pretende estudiar la biodiversidad en diferentes ecosistemas andaluces y analizar su evolución para entender cuáles son las consecuencias reales del cambio global. El proyecto, coordinado por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, junto a otras 10 instituciones de la región, es una oportunidad para asentar algunas líneas sobre biodiversidad y cambio climático y demográfico. Así, se podrán establecer políticas efectivas que garanticen el bienestar y seguridad, no solo de Andalucía sino también del resto de Europa.

Este acuerdo de la ONU, comúnmente conocido como Tratado de Alta Mar, también ofrece las bases legales para regular por primera vez actividades como la pesca. ¿Por qué es importante poner límites a esta práctica? Hay que tener en cuenta que la pesca industrial es uno de esos factores que amenazan la vida de mares y océanos. Más del 55% de la superficie oceánica está sometida a esta actividad, y su falta de regulación en las últimas décadas ha provocado que derive en la sobrepesca y otras prácticas destructivas.

Al mismo tiempo, la pesca es un recurso fundamental para la supervivencia del ser humano. Pero, ¿cómo le afecta el cambio climático? Al modificar la temperatura del agua también se ve alterado el crecimiento de las poblaciones de muchas especies. La ONU recuerda que en la actualidad, el 90% de las poblaciones de grandes peces están agotadas y el 50% de arrecifes de coral destruidos. Existen muchas acciones que pueden ayudar a mejorar la situación, como es el caso  del trabajo que realiza el proyecto Fishclim. Este, que cuenta con participación andaluza a través del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, estudia cómo afecta el cambio climático a diferentes especies marinas, de forma que el sector pesquero pueda adaptarse a la situación y optimizar sus recursos al máximo.

Siguiendo con la tarea de ofrecer información relevante a las pesquerías, como la estimación de peces en zonas concretas del mar, un equipo multidisciplinar que cuenta con expertos de la Universidad de Huelva, ha diseñado una aplicación móvil que identifica la actividad pesquera de los barcos en tiempo real. Esta aplicación de bajo coste y fácil instalación, recoge la información a través de sensores normalmente instalados en los dispositivos móviles.

En el asesoramiento científico al sector pesquero español también trabajan desde el Centro Oceanográfico de Cádiz en un proyecto llamado Math4fish. En este caso, la ayuda llega mediante herramientas de modelado matemático para evaluar el estado de determinadas poblaciones.

Otra de las prácticas que, a raíz del Tratado de Alta Mar, va a comenzar a regularse es la minería submarina, cuyo impacto negativo puede pasar desapercibido en un primer momento, pero la realidad es que tiene consecuencias medioambientales muy graves sobre los hábitats marinos y las especies que consume el ser humano. La Universidad de Huelva ha diseñado una técnica innovadora para mejorar la calidad del agua contaminada por la actividad minera.

Se trata de un sistema de depuración química en el que, cuando el agua ácida pasa por un filtro fabricado con trozos de madera y arena caliza, esta última se disuelve provocando un aumento del PH que hace que los metales se queden atrapados en los trozos de madera. Lo más curioso es que la almeja asiática es la especie escogida para comprobar la viabilidad de este método. Al ser un organismo filtrador, actúa como una esponja atrapando contaminantes como los metales, capacidad que la convierte en un gran bioindicador de la contaminación de aguas mineras.

¿Qué podemos hacer para proteger la salud del mar?

Los mares y océanos cubren más del 70% del planeta y producen al menos el 50% del oxígeno que respiramos, lo que los hace indispensables para la existencia de la vida tal y como la conocemos. Uno de los motivos por los que se celebran los días internacionales es para concienciar y sensibilizar a la ciudadanía sobre una problemática aún sin resolver. Más allá de las regulaciones del transporte marítimo u otras políticas relacionadas con el cuidado del mar, también existen muchas acciones que todas las personas pueden llevar a cabo en su día a día y que tienen el potencial para generar un impacto significativo en la salvaguardia de nuestro planeta. El desarrollo masivo de estas iniciativas podría postergar las manifestaciones de la contaminación en los mares y océanos.

  1. Reducir el uso de plástico optando por alternativas reutilizables como termos y bolsas de tela. Existen cada vez más investigaciones dirigidas a la exploración de alternativas para reutilizar los plásticos y darles una segunda vida, logrando así reducir la contaminación y promover la economía circular. ‘MAREA Plastic’Málaga Reaction Against Plastic– es uno de estos proyectos. Impulsado por un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Málaga, el proyecto persigue ofrecer una nueva vida a los residuos plásticos. Para lograrlo se basan en el movimiento ‘Precious Plastic’, aunque van un paso más allá con el diseño y fabricación de nuevo equipamiento científico mediante materiales reciclados.
  2. Comprar productos marinos de manera sostenible, buscando certificaciones y prácticas responsables.
  3. Utilizar productos biodegradables en la playa. Sin ir más lejos, los protectores solares hacen que especies como los camarones huyan hacia aguas libres de estos compuestos, lo que produce cambios en el ecosistema. Actualmente existen en el mercado cremas protectoras biodegradables.
  4. No arrojar basura en las playas y, en medida de lo posible, recoger la que se encuentre.
  5. Practicar deportes acuáticos de manera responsable y elegir opciones de viaje con visión de turismo sostenible y ecológico.
  6. Evitar comprar productos que dañen la vida marina, como joyería de coral o conchas.
  7. Reducir el consumo de energía y la huella de carbono para mitigar el cambio climático. La huella de carbono se mide en masa de CO2 ya que es el gas más abundante entre los GEI. Pero, ¿no se trata de un elemento presente de forma natural en la atmósfera? Así es, sin embargo, también proviene de la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y sus derivados. El dióxido de carbono, aparte de contribuir al efecto invernadero y al cambio climático, también afecta a la vida de muchas especies subacuáticas, ya que cuando el agua absorbe este gas ocurre un proceso perjudicial conocido como la acidificación de los océanos.
  8. Apoyar a organizaciones que trabajan por la protección y educación marina a través de voluntariado o donaciones.
  9. Sustituir el agua embotellada por agua del grifo, siempre que sea potable, para reducir el consumo de envases.
  10. Reutilizar y reciclar los productos de plástico.

Los plásticos tienen propiedades y aplicaciones muy versátiles que ahorran recursos como energía, CO2, agua y alimentos. Más allá de su uso evidente en embalajes, desempeñan roles cruciales en construcción, transporte, textil, atención médica o bienes de consumo. Sin embargo, su proliferación supone una grave preocupación ambiental debido a su bajo costo, durabilidad y desembocadura en el mar.

Un problema aún más complejo y dañino  para el ecosistema marino lo presentan los microplásticos, fragmentos de plástico de menos de 5 milímetros. Un estudio revela que los microplásticos hallados en los fondos marinos se han triplicado en las últimas dos décadas. Transportados por las corrientes oceánicas y otros procesos físicos, contienen compuestos químicos perjudiciales y representan una amenaza para la vida acuática. Además, la imposibilidad de eliminar eficazmente los microplásticos del océano agrava la situación. Después de analizar más de 112 estudios sobre cómo afecta este tipo de contaminación a diferentes especies, investigadores de la Universidad de Almería han llegado a la conclusión de que el plástico envenena a la fauna marina y finalmente, a todos, debido a la cadena alimentaria. Esto hace necesaria la aplicación de medidas urgentes y políticas medioambientales que ayuden a revertir la situación.

La trascendencia de esta problemática ha llevado a la Comisión Europea a respaldar 18 nuevos proyectos de investigación para restaurar los ecosistemas marinos, 10 de los cuales cuentan con participación española. Estas investigaciones reúnen a 36 países en esfuerzos conjuntos que van desde la protección de hábitats costeros y la reducción de la contaminación química y plástica en ríos europeos, hasta la promoción de la pesca sostenible.

La celebración de días internacionales dedicados al mar y los océanos sirve de herramienta a la hora de impulsar la conciencia colectiva sobre la importancia de estos ecosistemas para la vida en la Tierra. Tanto el Día Mundial de los Océanos, como el Día Marítimo Mundial, cuyo evento paralelo será acogido por España en el 2024, están estrechamente relacionados. Ambos resaltan desafíos actuales y fomentan la acción, la educación y la colaboración a nivel global para preservar la salud a largo plazo de estos entornos.


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